He cavado mi propia tumba.
11/05/2008 | Author:

Juan Giner Blázquez, el enterrador más veterano del cementerio de San Clemente, asegura que ya tiene previsto el lugar donde reposarán sus restos en un futuro.

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SEPULTUREROS. José Martínez, Antonio García, Juan Giner Blázquez y Cayetano Ramos.

Estos días es difícil verlos parar. Su jornada laboral comienza apenas despunta el día, y su final lo marca el oscurecer. Sus labores habituales de remozar viejos pabellones, construir nuevos nichos y enlosar las calles del camposanto, son sustituidas por las de ornato y limpieza. Y es que, apenas quedan unos días para que llegue la celebración del Día de los Difuntos, fecha en que la mayor parte de los lorquinos acuden al cementerio para honrar a sus fallecidos.

Los protagonistas de este reportaje son cuatro, los cuatro sepultureros del cementerio de San Clemente: José Martínez, Antonio García, Juan Giner Blázquez y Cayetano Ramos. El más veterano es Juan Giner que lleva ejerciendo su labor de «enterrador», como asegura, la friolera de 30 años. Casi recién llegado está Antonio, que trabaja en el camposanto desde hace poco más de dos años.

Los otros dos, Cayetano y José, llevan 29 y 13 años, respectivamente. Dicen que su trabajo es «de los más seguros que hay», y que al comienzo los conocidos solían bromear con ellos sobre su profesión. «Los amigos me decían que si no tenía otro sitio donde trabajar», cuenta José Martínez. Ahora, añade, «algunos vienen a pedir trabajo, porque aquí, trabajo, no falta».
Pese a lo que pudiera pensarse, afirman, en el cementerio de San Clemente no se ha producido nunca ningún hecho destacable. «Eso sólo ocurre en las películas. Aquí, lo único que se escucha es el aire cuando sopla», relata José Martínez. Y Cayetano Ramos, añade, que «algún susto si te llevas cuando algún jarrón se cae, pero por efecto del viento. Aquí no pasa nada raro nunca».

El trabajo no falta. Todo el año están sin parar, aunque estos días son especialmente duros. «Hay más gente, se procura que todo esté mucho más ordenado y limpio. Además, hay que atender las necesidades de las personas que vienen...», cuentan. Miles de personas acuden estos días al cementerio. Colocarán flores a sus difuntos, que deberán ser retiradas en el plazo de unos días. «Entonces, también habrá que recoger las marchitas. Eso también lleva su tiempo», explican.

Tantos años trabajando en el camposanto dan para conocer cada una de sus calles y hasta determinadas tumbas. «Hay muchas curiosas, como la de un aficionado a las motos al que sus padres le colocaron una en su lápida», relata uno de ellos. Otro, afirma que «lo habitual es poner la imagen de la Virgen del Carmen, aunque ahora, también se coloca cada vez más a la Virgen de la Amargura o de los Dolores, por aquello del color al que perteneció el difunto». José tiene claro lo que pondrá en la suya. «Soy aficionado a las motos, por lo que pondré el circuito de Jerez».

Alguno de ellos hasta sabe dónde reposarán sus restos en un futuro. «Claro que lo sé, como que he cavado mi propia tumba». Dice que «me la construí yo mismo. Yo si que sé dónde iré». Acerca de las visitas cuentan que «algunos vienen todos los días. Son padres que han perdido algún hijo. Otros hacen promesa de venir durante los primeros seis meses andando desde Lorca», concluyen.

Fisgoneado en La Verdad.

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