«A través de la pintura he entendido el mundo» «En la crisis financiera y económica actual se ha roto algo inmaculado: la confianza».

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Aparece como un hombre sosegadamente nervioso. El sosiego se le aprecia en lo que dice y el nerviosismo en cómo lo dice. Habla ayudándose casi siempre con las manos, bien sea entrecruzando los dedos, bien abriendo los brazos, rascándose una patilla o mesándose el cabello, ya totalmente blanco. Hilvana las frases con dos latiguillos («eh» y «qué») el primero para pensar en lo siguiente y el segundo como inquiriéndote o esperando que se le apruebe. Casi medio siglo dedicado al mundo de las finanzas, nunca, ni antes ni después de su paso por las Cajas de Ahorro, ha dejado de ser pintor. Fue precisamente en su amplio estudio de Cartagena donde tuvo lugar la entrevista, entre una gran multiplicidad de objetos y, naturalmente, cuadros, muchos cuadros.

-Hace cinco años que dejó la actividad financiera. ¿No la echa de menos?

-En absoluto. Para nada ¿eh?

­-¿Le daba muchos calentamientos de cabeza?

-Yo he tenido muy buenos compañeros y gracias a eso las cosas salían adelante. Pero el trabajo se apoderaba de mí. Tenía doscientas oficinas más de mil empleados.

-¿Y la presión de la cuenta de resultados?

- Los resultados han sido siempre buenos.

- Pero habría que velar por ellos y le exigirían que fueran buenos.

-En ese aspecto lo único que tenías que hacer era como llevar un aro: echarlo rodar, ponerlo en una velocidad de crucero, toquecito aquí, toquecito allí, y va sólo.

-¿Tan sencillo?

-Ahora los tiempos han cambiado, esto está más complicado, pero lo más importante es verlas venir porque si no las ves venir te las dan todas ¿eh? Hay que tener un poco de olfato.

-Poco olieron hace un año, con la que tenemos encima.

-No, no me refiero a las crisis. Hombre de esto que está ocurriendo ahora no se libra nadie, pero habrá quien le pille más que a otros. En el mundo de las finanzas ha acontecido algo que ha cambiado los tiempos. Ha habido una excesiva idolatría hacia la juventud ¿eh? Mucha prejubilación y mucha historia, el resultado es que se ha despreciado la capacidad de mucha gente que tenía la experiencia y eso sí que no te lo da ninguna Universidad. Tú puedes ser muy listo, muy agresivo, pero la agresividad comporta mucho riesgo ¿eh? Las cosas no se miden siempre por ganar mucho dinero y muy pronto. Sobre todo porque aquí se ha querido ganar la batalla por volúmenes y los volúmenes han hecho que se redujeran mucho los márgenes, de tal suerte que si yo tengo un margen muy pequeño y falla algo de un volumen grande, pues se ha ido al carajo el trabajo de mucho tiempo. Pero es un tostón hablar de eso.

-No deja de hablarse de la crisis que se inició en el mundo financiero al que usted perteneció...

-Todo habría sido distinto de no ser por las hipotecas subprime. Es que se ha roto algo inmaculado: la confianza. Todo eso es como un espejo. Le das un golpe y puedes pegar los trozos, pero cuando te mires a ese espejo verás las aristas que quedaron del golpe. Y eso ya no se olvida. Habrá que hacer un espejo nuevo.

-La crisis de confianza se ha dado principalmente entre los bancos.

-No, bueno es que nadie tenía dinero para poder prestarlo. Ocurre que se había prestado mucho más dinero de lo que se tenía de ahorro y, claro, cuando lo tienes que mandar al señor que te compró las operaciones, luego no hay liquidez. Ha sido una explosión, cada cosa ha salido por un lado y ahora hay que ir recogiéndolo para agruparlo poco a poco, en un mundo que está lleno de injusticias. Pero vamos, no me quiero meter en asuntos de estos porque, ¿qué?, cuando me retiré de la Caja de Ahorros, me retiré del todo.

Cambiamos, pues, de tema porque Fernández se ha convertido totalmente en Melero, que es como firma sus cuadros.

-¿Qué tal le ha ido el cambio de negocio?

-La verdad es que yo nunca había dejado la pintura. Mis fines de semana era meterme aquí, estudiar y pintar. ¿Negocio? Jamás me he metido en negocios. Mi único negocio es este mal negocio de aquí.

(Se refiere a la pintura y a su estudio de pintor, donde tiene lugar la entrevista. Un sitio que al periodista le resultó extrañamente acogedor porque aquel batiburrillo de objetos que poblaban la estancia parecían encajar y estar hechos para posar juntos. Un sillón de barbero compartía honores con dos sillones de corte clásico y un tercero de diseño más moderno, probablemente resto de lo que fue un tresillo, y en derredor, a modo de repisa, una cohorte de muñecos, carteles, calendarios artísticos, relojes clásicos, un velero bergantín� reproducciones de la Giralda, colgantes que tintineaban, fotografías, alguna placa, guerreros de terracota y, cómo no, barnices, pinturas, pinceles...)

-¿Mal negocio por qué?

-Entre otras cosas porque yo no sé vender. Fíjate qué cosas ¿eh? No sé vender.

(Lo repite en voz queda, como reconociendo una culpa o un defecto).

-Primero me molesta hablar de dinero (y mira que he estado toda la vida hablando de dinero) y cuando alguien me quiere comprar algo quiero que me lo paguen bien, claro, pero si no sé venderme ni a mi pintura ni al cuadro, pues, eso un hádicap.

-De todas formas este mundo de la pintura es difícil.

-Es muy difícil, aunque ahora no tanto. Y es que, vuelvo lo de antes, tener que valorar y vender una cosa que tú has hecho ¿eh?... Vender lo que hace otro es fácil, pero venderte tú y soportar la ignorancia o la incomprensión de la obra y el trajín mercantilista que hay alrededor. ¿eh? Eso hay que oírselo a Pepe Lucas que es un grandísimo pintor. Su pintura es de una autenticidad increíble, luego te podrá gustar más o menos pero lo que hace Pepe Lucas no se parece a nada. Es Pepe Lucas.

-¿Y por qué sigue con este mal negocio, como usted le llama?

-Porque la pintura es lo que me ha dado equilibrio emocional toda mi vida, ¿eh?, y por lo que a través de ella he entendido el mundo. Yo todo lo he hecho como si estuviera pintando un cuadro.

-Explíquelo, por favor.

-Hombre porque las cosas o están bien compuestas y tienen armonía o algo falla, ¿qué?, y cuanto tú estudias una operación financiera es como cuando te planteas un cuadro: tienes que ver que el todo forme una composición armónica. Y si no, es que ahí hay un problema de fondo. Y eso te ocurre en las relaciones con las personas, con los compañeros. ¿eh? La armonía es lo más parecido a la paz.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 3/03/2009 and is filed under , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.