Cuando lo escuché por vez primera, cantado por los coros, sonaba tan de maravilla que no pensaba que lo hubiese compuesto yo.
Nació en Islas Chafarinas, y, desde muy niño, ha vivido siempre en Melilla. Pronto sintió una afición singular por la música. En la ciudad en la que vive ha participado en muchos acontecimientos musicales, porque se ha pedido su colaboración para acompañar con su piano a tenores y solistas. También formó parte de orquestas de jóvenes. Así llegó a la composición Alfonso G. Martínez Pérez. Una de sus últimas obras es el Himno al Corazón de Jesús de Monteagudo, que fue estrenado, hace pocos días, por los coros de San Antolín y el de Nuestra Señora de la Antigua.
- ¿Cómo fue llegar de Melilla a Murcia?
- Mi relación con Murcia es otra. Estoy casado con una murciana y venimos con frecuencia, porque aquí tenemos un piso. Pero hace unos años, un amigo mío, que actuaba en un coro, me invitó a presenciar un ensayo de canto gregoriano, en el Conservatorio. Allí conocí a una gran voz de Murcia, Víctor del Castillo. Le pregunté si le gustaría ir a actuar en Melilla. Dijo que sí. Hice unas gestiones, y fue, junto a Charo Alcaraz. Dos voces maravillosas. Yo tuve el placer de acompañarles al piano en aquel recital.
- Pero, ¿cómo surgió lo del himno?
- Diría que de una forma graciosa. En Melilla aprobé una oposición para telégrafos. Mi primer destino fue Algeciras, donde tuve la suerte de conocer a un vecino de Monteagudo, Pepe Garrigós, que ahora es miembro del Coro del Nuestra Señora de la Antigua. Desde que nos conocimos, mantenemos unas cordiales relaciones de amistad. Fue hace cuatro meses cuando él me llamó a Melilla, para preguntarme si me gustaría componer el himno.
- Por supuesto, sí.
- Y , además, encantado. Le pedí que me enviara la letra. Compuse el himno y así le devolví la letra acompañada de la música. O sea que la culpa de todo es de José Garrigós.
- Con amigos por medio, surgen compromisos que no se pueden evitar.
- No es eso. Para mí ha sido un honor haber puesto música a la letra de Alfonso Sánchez, un prestigiosos poeta de aquí, al que no conocía. A través de un libro de poemas que ha publicado y que me regaló, he conocido su poesía.
-Sus emociones musicales tan prontas, ¿provienen de orígenes paternos o son encuentros personales?
- En realidad, en mi familia siempre ha gustado mucho la música. El piano que yo tengo era de un tío mío. Yo tendría cuatro o cinco años cuanto empecé a tocar, aunque los estudios los empecé a los nueve. Y con trece ya hacía mis pinitos acompañando en zarzuelas, en festivales, en bailes... Era cuando actuaban las orquestinas que estaban entonces en boga y que no son las de ahora.
- ¿Y el himno que comentamos es uno más o una composición singular?
- Himnos he compuesto varios más, que me han encargado en Melilla. Tengo registradas en la Sociedad de Autores más de veinte obras. En mi época joven compuse lo que se llevaba: los boleros, pero también tengo algunos pasodobles, canción andaluza, tanguillos...
- ¿Le ha costado mucho hacer el Himno al Corazón d e Jesús?
- En principio, lo hice como un canto a Monteagudo. Pero el autor de la letra me dijo que prefería que fuese como un canto a la peregrinación que desde hace unos años se realiza hasta la imagen del Corazón de Jesús. Hay partituras en las que figura el título de himno a Monteagudo, y otras, como Himno al Corazón de Jesús. Se trata de una marcha solemne, de modo que al cantarlo sea un movimiento tranquilo, solemne, que no un pasodoble. Para mí ha sido un honor. Cuando lo escuché por vez primera cantado por los coros, sonaba tan de maravilla que no pensaba que lo hubiera compuesto yo.
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