En Kim Gallery, el pintor presenta su exposición 'Espacio exterior-espacio interior', con obras sobre pan de oro, «un proceso lento y trabajoso»
Se ha adentrado por campos muy diversos, dentro del mundo del arte. Es profesor en la facultad de Bellas Artes, y aunque su interés parece asentado en torno a la escultura, también ha desarrollado una labor investigadora, con la publicación, como autor o coautor, de seis libros en torno, principalmente, al espacio público. Es lo que ahora contiene la exposición que Paco Caballero presenta en Kim Gallery: Espacio exterior-espacio interior, o el espacio visto como un elemento que une su obra con el espectador, «que se ve reflejado en ella y entra a formar parte de la misma, animándolo a que él también se adentre en sus propios espacios interiores».
-¿Qué pretende con esto de los espacios?
-Exponer el miedo, el temor a cambiar del espacio exterior al interior, algo que me ha llevado a tres aspectos de ese espacio interior: lo que es la sala de exposiciones, e intervenir dentro con la obra y fuera con una proyección de vídeo. En todo esto, también juegan mis propios espacios personales, simbolizados con una pared empapelada y una casa dentro. Ahí están los recuerdos de cuando era niño, las fotos que había en mi casa...
-Su pintura está hecha de pan de oro. ¿Cómo se decidió por ella?
-Todo empezó en la facultad, porque había que investigar una serie de ejercicios. Así empecé yo a trabajar el pan de oro, aunque de una forma distinta, como si se tratase de una luz que venía desde atrás, como el contraluz.
-¿Es un proceso muy complicado?
-Bueno, sí, porque yo dibujo la madera. Por eso, muchas de las cosas que se ven son grafito, carboncillo, plumilla... que luego trabajo con acrílicos y veladuras encima de óleo. Esta vez también he utilizado el collage, como se nota en algunos cuadros. Es un proceso lento y trabajoso, pero como llevo mucho tiempo haciéndolo, lo domino bastante. Lo tengo controlado.
-Todos esos rostros tan semejantes que aparecen en sus cuadros, ¿qué quieren decir?
-Quise que pareciera que se trata de la misma persona. Y tuve como modelo excepcional a mi propia mujer. Le hice una serie de fotografías y, sin querer llegar a que fuesen retratos suyos, así han surgido una serie de personajes que son muy parecidos, aunque no parecen la misma persona. Tienen su esencia, pero no he pretendido que tuvieran sus mismos rasgos.
-¿Encierran algún mensaje los espejos de la exposición?
-Son un símbolo de lo que sería mi espacio interior, en el que puede entrar el espectador. Cuando un artista expone es cuando el espectador puede penetrar dentro de su obra, en su espacio interior.
-¿Y es fácil que el espectador capte todas estas cuestiones?
-A mí me gusta no explicar mucho. El día de la inauguración tuve la alegría de que muchos espectadores sí lo entendieron bastante. Como en todo, hay personas que lo captan y otras que no.
-Junto a rostros y cuerpos de mujer, unos bosques tupidos. ¿Por qué?
-Siempre he utilizado mucho los árboles en mi pintura. Esta vez he querido hacer algo que sonara a sensación de incertidumbre, de misterio. Creo que los paisajes con muchos árboles son bastante misteriosos. Son totalmente inventados.
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