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Agricultores e investigadores, el sábado, en la casa del Tío Picalé.

La red privada de custodia de la biodiversidad agraria suma nuevos apoyos. Otras seis fincas (y ya son nueve) se han apuntado a este proyecto pionero, que persigue conservar la riqueza natural de la huerta de Murcia. Investigadores de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU) y huertanos van de la mano en esta experiencia.

La iniciativa funciona de la siguiente manera. El banco de germoplasma (semillas) del Departamento de Biología Vegetal suministra simientes de variedades vegetales tradicionales a los huertanos. Éstos las plantan en sus fincas, que funcionan casi como laboratorios al aire libre. En estos huertos se observa el comportamiento de las distintas especies y se van seleccionando aquellas que más se adaptan al clima y al terreno y también que mejor soportan las plagas, sin la ayuda de tratamientos químicos, al mismo tiempo que se comprueba su rentabilidad. Esta colaboración entre botánicos y agricultores permite ir recuperando los cultivos autóctonos, la mayoría al borde de la desaparición, más resistentes y por tanto mejor dotados genéticamente para hacer frente al cambio climático.

Expertos y huertanos

A veces el proceso se invierte, y son los huertanos más mayores los que aportan semillas. Así ocurrió el pasado sábado, en un encuentro organizado por la Asociación para la protección de la huerta de Murcia (Huermur).

En la casa del Tío Picalé, en la Senda de Granada, se reunieron agricultores y expertos para compartir experiencias. A la invitación de Huermur respondieron unos veinticinco agricultores, que aportaron semillas de ajos, pimientos, judías, tomates, habas y cebollas, entre otras especies hortícolas. Estas simientes pasarán ahora al banco de semillas del departamento universitario de botánica. Huermur advierte de que la riqueza genética que atesoraba la huerta de Murcia se está perdiendo por el abandono de cultivos, debido a la falta de rentabilidad, y el avance del ladrillo.

En la Región de Murcia, de las 1.025 variedades vegetales que se cultivaban, la mitad ya han desaparecido de los campos, según ha explicado el catedrático de Botánica José María Egea Fernández. Ademas, otras 380 especies están en manos de agricultores mayores que las utilizan para autoconsumo «y que por tanto están en peligro de desaparición».

Los expertos explican que las variedades autóctonas gozan de una mayor variedad genética y por tanto presentan más armas para defenderse de las plagas y del calentamiento global.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 11/02/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.