Ya me hubiera gustado en mi etapa de partero contar con la epidural y otras medidas de higiene, las mujeres parían en las casas y en las cuevas sin ayuda.

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A Francisco Fernández Fernández todo el mundo le conoce en Molina de Segura por Paquito, el Ministro. Su larga vida profesional como practicante y comadrón le ha proporcionado un profundo conocimiento de las gentes que conforman su Molina natal, localidad a la que ha dedicado mucho cariño, multiplicándose en actividades sociales y culturales. Como colofón ha escrito un libro titulado Molinenses y costumbres olvidadas, que será presentado el próximo día 28 a las 20.30 horas en el salón de actos del Instituto Vega del Táder de Molina de Segura. Dicho libro es el resultado de ocho años de labor investigadora. Hubo un primer volúmen publicado hace cinco años, que se agotó el mismo día de su presentación. Ante la gran demanda de la obra, decidió reeditar el libro con nuevas aportaciones, por lo que el nuevo volúmen ronda las mil doscientas páginas.

- ¿Por qué le llaman 'El Ministro' en su pueblo?

- Mi padre era el chofer de un conocido notario de Murcia y siempre iba muy bien uniformado. La gente comenzó a decir que parecía un ministro, y así nació el apodo que yo he heredado. De todas formas hasta hace unos años a todo el mundo se le conocía en Molina por su apodo. A la telefonista local bastaba con decírle el apodo de la persona con la que se quería hablar, y te ponía con él sin necesidad de decir su número de teléfono. Ahora esa costumbre ha decaído y sólo quedan los apodos heredados de generaciones anteriores.

- ¿Cómo ha logrado recoger tantos apodos y tantas historias de Molina en su libro?

- Desde 1954 por mi profesión de practicante y comadrón he recorrido todas las casas de la localidad. También he sido presidente de la junta del cementerio y director de la mutua. Por eso sé todo lo referente a los vivos y a los muertos. Los ancianos locales también me han ayudado contandome historias y datos. Se puede decir que ningún molinense del siglo XX se me ha escapado.

-¿Tras tanta investigación, cómo calificaría a los molinenses?

-Son gentes sencillas, humildes, serviciales y muy trabajadores. Siempre se han mostrado muy preocupados por sus creencias religiosas. De ser una localidad netamente agrícola, a partir de los años cincuenta inició su desarrollo industrial con éxito, primero con la conserva y después con la industria de la piel.

- ¿Qué tradiciones destacaría de sus convecinos?

- La romería de San Antón, que curiosamente no implicaba la bendición de animales como en otros sitios. Los molinenses iban a comer a una finca llamada Las Salinas, porque tenía unas balsas de agua salada, en las que era típico mojar los gajos de naranja, para incrementar su sabor. Allí se consumían todos los dulces que habían sobrado de la Navidad. Otra fiesta típica era la de la Mona los tres días de la Pascua. Y la de fugarse los novios a los Baños de Mula.

-¿Esas fugas eran los que se conoce en la huerta como 'llevarse a la novia'?

- Sí. Era una forma de ahorrarse los gastos de una boda tradicional, o de imponer a las familias una relación amorosa que no era aceptada. Los novios de Molina se iban a los Baños de Mula unos días y luego se casaban. También iban las parejas que querían tener hijos. A veces la cosa funcionaba.

-¿De su vida profesional, que recuerda con más intensidad?

-Los partos que atendía en las cuevas, sin ninguna medida de higiene. También en las casas sufrían mucho las mujeres porque la única ayuda que podíamos prestarle eran los fórceps y se producían desgarros vaginales que luego había que coser. Me hubiera gustado poder contar con la epidural y otras cosas.

Ojeado en La Verdad.

This entry was posted on 5/26/2008 and is filed under , , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.