El Cervantes galardona este año a un escritor que militó en los Montoneros, fue perseguido y perdió a su hijo y su nuera en la represión de la dictadura argentina.

Nunca ha llegado a reconocerlo así, pero puede que Juan Gelman se hiciera poeta a los quince años como forma de sacudirse un complejo: el de impostor. En un artículo sobre su infancia, el último premio Cervantes ha recordado cómo a los nueve años se enamoró de una niña de once y le enviaba cada día unos versos de Almafuerte como si fueran suyos. La niña nunca accedió a ser su novia. «De ese desplante y de ser hincha de Atlanta me quedó una tristeza para toda la vida».

Estudió Química pero pronto abandonó la carrera. Y a los 20 años, veterano militante ya de la Juventud Comunista, empezó a tomarse en serio la poesía. Es la época de su asociación con David Álvarez Morgade, con quien funda la revista Muchachos y más tarde el grupo literario El Pan Duro. Publica sus primeros versos, que llaman la atención por su radicalismo y por la ruptura del modelo que Whitman había fijado y Neruda había contribuido a elevar a los altares de la poesía latinoamericana.

Gelman fue periodista, pasó por la cárcel en un par de ocasiones porque su defensa de los derechos humanos lo llevó a enfrentarse a las autoridades, se afilió al grupo de los Montoneros y certificó con su propio dolor que la poesía es un arma de escaso calibre ante el arrollador avance de los tanques que avalan a los dictadores. Su hijo Marcelo, de 20 años, y su nuera Claudia, de 19 y embarazada, fueron secuestrados y asesinados. El muchacho, en Argentina. Su esposa, en Uruguay, víctima de la operación Cóndor. Antes de morir dio a luz a una niña que a los 23 años pudo finalmente conocer a su abuelo.

This entry was posted on 11/30/2007 and is filed under , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.