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Mariquita, a la puerta de la antigua Fonda, su casa de siempre, que en la actualidad hace comidas para llevar.

La madre de María Francisca Ros, Mariquita, nació y se crió en el desaparecido Hotel Victoria, de Murcia, del que eran dueños sus tíos. Fue bautizada con agua del mismísimo río Jordán («quizás por eso era tan graciosa mi madre», comenta Mariquita). Siendo aún muy jóvenes sus padres tuvieron que dejar el hotel porque el dueño, su tío abuelo, tuvo una mala hora («una poca vergüenza diría yo», puntualiza) y abandonó a la mujer. Así que se fueron para Totana y se llevaron a la tía que había abandonado el marido, la cual ya vivió con ellos hasta su muerte.

De esta forma se inició una saga de cocineros que ahora continúa Ismael, el hijo de Mariquita, en el restaurante que lleva su nombre. La creadora del mismo hace ya unos tres años que lo dejó. En contra de la opinión de sus hijos, vive en su antigua casa, que al mismo tiempo fue fonda y hoy casa de comidas para llevar. Es una habitación muy sencilla y austera en la que destaca una imagen esculpida del Sagrado Corazón de Jesús, flanqueada por dos retratos suyos, pintados, obsequio de otros tantos clientes, y un póster de una chica muy guapa, la típica belleza eslava, que la tiene frente a su sillón. No sabe quién es. Era la foto de un viejo almanaque. La tiene de frente porque le hace compañía. «Ya estoy aquí sola contigo», le saluda todas las noches.

-¿Acaso es que la noche no se ha hecho para dormir?

-Para dormir, sí señor, pero yo, de siempre, he dormido muy poco. Con pocas horas me recupero. Y eso me pasa de siempre, desde que estaba en casa del Conde, porque yo me crié divinamente…

[«¡Hola Mariquita!». Es la voz de una niña que se asoma al dintel de la puerta. Probablemente haya ido con algún familiar a comprar la comida. «¡Hola Mariquita!» insiste la niña con voz de alegre cantinela. La quieren, se siente querida y acompañada.]

-¿En qué estábamos?

-En que se crió divinamente.

-Sí, porque cuando sólo tenía un año me llevaron a vivir a la mansión del Conde de Vibona, aquí, cerca de Alhama, en Azaraque. Los condes se llevaron a mi madre como cocinera y viví a lo grande. Incluso me pusieron una niñera. Fíjese cómo nos hemos criado, divinamente. Mi madre tenía una categoría impresionante.

[Empieza la guerra y todo cambia. Los condes se marchan y la cocinera se va con su familia a una casa pequeña, triste y fría. Acostumbrada como estaba a la calefacción central («¡fíjese, en aquella época, con calefacción!») hasta el pelo se le cayó a la niña Mariquita con el cambio. En la estancia, junto al póster, la imagen y los dos cuadros-retrato, una foto del conde y varias de sus hijos cuando eran niños. También la de los nietos.]

-Y cuando se cambian de casa comienza usted con la cocina.

-Qué va. Yo con 9 años de edad ya le hacía la cena a don Pedro, el administrador de la Casa del Conde. Le hacía una sopa de ajos, una tortilla de patatas con cebolla y… mis juguetes han sido la cocina. Me he criado entre ollas. Divinamente.

-¿Cuántos curso de cocina ha hecho?

-Ninguno. Yo todo lo he aprendido de mi madre.

-¿Y su famosa gallina en pepitoria?

-Eso es cosa de mi madre. La siguen haciendo en el restaurante.

[Como se dice en el portal de Internet Euro-residentes, «algunas veces un restaurante con un solo plato gana una fama nacional (internacional, a juzgar por las visitas de extranjeros) muy merecida. Este plato es la gallina en pepitoria: sublime, tradicional, increíble, lujurioso… Probarlo es reconocer que la gallina nació para ser guisada en pepitoria». También se hacen otros platos, claro, menestra de verduras, calamares en salsa, pechugas con berenjenas en escabeche, pollo con almendras.]

-Son platos muy antiguos que están buenísimos y no lo que hacen ahora: chucherías. Ni se come ni se deja de comer.

-O sea que a usted eso de la nouvelle cuisine no le va.

-No me va. Yo soy de la cocina tradicional. Mi hijo sí, es un artista.

-Su hijo sí que habrá estado en Escuelas de Hostelería.

-Sí: la de su madre. Pero le ha gustado mucho la cocina, lo que ha leído y sigue leyendo más lo que ha visto en su madre pues… parece que va bien. Aunque ahora, como la cosa está tan mal. Pero aquí en Totana y en todas partes.

-Usted ya habrá conocido muchas crisis, claro.

-Uhhh Cuando me hablan de crisis digo ¡eh! callaros. Esto de ahora para mí es un aperitivo. Pues no he pasado yo crisis.

[La habitación sigue siendo un trasiego de personas, todas se conducen con la confianza del trato diario. Habla con su nuera, un poco antes con su hija, que es la que le acompaña más durante todo el día. «¡Qué alegría!» Acaban de recibir la noticia de que su nieta ha conseguido plaza para estudiar Medicina. Estaban esperando el corte de la nota en el examen de Selectividad. Al poco la nieta. «¡Ay qué nieta más hermosa! Qué gusto tendrás hija. Te lo mereces». La nieta le da dos besos y se despide la mar de contenta.]

-¿Usa Internet?

-Qué va hijo

-¿Sabe usted que busca 'Mariquita y gallina en pepitoria' y sale más de 260 veces. Es conocida universalmente.

-Será porque he tratado bien a todo el mundo.

«Para mí, la crisis de ahora es un aperitivo. ¡Pues no he pasado yo crisis!»

«Me gusta la cocina tradicional. Muchas cosas que se hacen ahora son chucherías»

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 10/16/2009 and is filed under , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.