Expone en la galería de Cuadros López una serie de obras, en las que intenta combinar el concepto de bodegón y las figuras.

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Gabiel Alonso, ante uno de sus cuadros.

Dispuesto a abrirse camino en el mundo de la pintura, Gabriel Alonso estudió Bellas Artes en Valencia, donde también presentó sus primeras exposiciones. Ha obtenido valiosos premios, entre ellos el de la Academia de Bellas Artes de San Carlos también llamado Beca Art Visual. Ahora expone en la sala de Cuadros López una serie de obras, en las que queda impresa, junto a su forma más auténtica de pintar, la afición que siempre ha sentido hacia el cómic. La mezcla de una y otros es lo que quizá caracteriza su estilo artístico.

-¿Cree que esta mezcla es un modo legítimo de pintar?

-Pienso que sí, porque no tengo por qué eludir la forma de realizar una pintura, que suene de un modo un poco humorístico, y en la que aparezcan personajes que demuestren de algún modo esa afición mía hacia el cómic.

-Pero en esta exposición lo que hay, sobre todo, son bodegones.

-En realidad, lo que sucede es que estoy haciendo ahora un tipo de cuadros en los que intento combinar ambos conceptos. Yo siempre había hecho bodegones, y ahora los sigo haciendo, pero pretendo inyectarles una visión más divertida de lo que es en sí mismo un bodegón. Es como profundizar más en esa idea del cómic, porque el cómic siempre te lleva a la plasmación de la figura humana. Y yo creo que hay otra manera de contar cosas con otros objetos, que contiene el bodegón y que te pueden narrar una historia.

-¿Es que le da pánico la figura humana o es que se siente cansado de tanto realizarla?

-No es eso. Se trata de probar otras cosas. Quizá lo normal sea que uno vuelva a lo que estaba haciendo y que esto no sea más que un paréntesis, porque si uno está inmerso solo en la figura humana, se corre el peligro de que otras, que están al alcance, queden descuidadas. Con estos cambios puede decirse que es como si uno trabajara de una manera más detallista.

-¿Son estas sus maneras más personales de pintar?

-Yo creo que lo más personal es el cuadernito de notas, en el que quedan reflejadas el objeto que impresiona o la escena que te motiva un poco a realizar unas cuantas rayas, que se conservan en ese cuadernito hasta que llega el momento en que te motivan de un modo particular, y se añaden otras cuatro rayas; así, hasta que llega el momento en que has de hacer el cuadro y casi lo tienes hecho. Es otra cosa. Este es mi mundo personal de la pintura.

-Su pintura, por lo leído, también es transgresora, y a usted le colocan a la altura de Goya, Picasso, o Manet.

-Yo no he dicho nada de eso. Puede ser que cuando se hable de esa transgresión, se trate de mi modo de hacer, en ocasiones propio de alguien un poco gamberrete, que se sale de lo que de él se esperaba. Yo no puedo hacer las cosas como tal o como cual, porque entonces me aburro y... Es posible que por esto se diga que mi pintura es transgresora, que aporta notas disonantes. Siempre hay un cambio de las cosas, desde que las ves hasta que las plasmas.

-Sin embargo, algunas de sus obras más que transgresoras parecen auténticos disparates, a la hora de concebir las figuras.

-Es que también he vivido etapas más surrealistas. Se trata de obras de los años más jóvenes. A ciertas edades, la realidad se ve un poco más atormentada. Si tuviera que volver a pintar estos cuadros, quizá tendría que convertirlos en un chiste, porque ahora me parecen excesivamente dramáticos. Yo sé que he vivido diversas etapas pictóricas. En la primera realizaba cuadros de e tipo, como si se tratase de cosas surgidas del subconsciente. Era cuando tras fijarme más en lo que veía en la calle, me ponía a hacer juegos de combinar piernas con brazos. Era como una especulación de la anatomía. La fase posterior ha sido fijarme más en eso del cuadernito de notas que le estaba contado. Es como un mundo igual de personal, pero no tan cerrado, ya que asumo lo que también pueda ir viendo por ahí. Ahora están más presentes las cosas cotidianas.

-Tienen también sus cuadros ciertos efectos escenográfico.

-Pienso que sí, que esto también existe en mi pintura y que tiene no poca gracia; pero lo interesante puede ser quizá la idea de transformar lo que se ve. Uno de los cuadros expuestos se llama Bar azul, pero yo no lo pinto de azul.

-¿Es que es obligatorio transformar todo lo que se ve?

-Hay muchos artistas que tienden a reproducir las cosas tal y como son, acaso porque les cuesta mucho inventar. Cada cual tiene su camino.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 10/26/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.