El abuelo de la pedanía murciana de Tercia, con dos libros de trovos que recogen sus vivencias como pastor, afirma que «los rebaños son muy golosos»

2245712

Sentado junto al gran ventanal del comedor, es el personaje central del hogar. Su mujer se desvive por él las veinte y cuatro horas del día, y sus hijos, Remedios y Francisco, no dejan día sin ir a verles y mostrarles su afecto. Mano sobre mano, sujeta el cayado desgastado, pues toda su vida le ha acompañado para regir por buen camino y llevarlos a los mejores pastos los rebaños de un centenar de cabezas por las tierras del campo murciano. Pepe el carnicero, le llaman sus vecinos. El abuelo, de la pedanía murciana de La Tercia tiene 82 años con una historia vivida en plenitud. Una calle lleva su nombre y su propia familia editó dos libros recopilatorios de sus trovos: Vivencias de un pastor poeta y Escritos poéticos de un pastor.

- ¿Cómo llegó a ser pastor?

- Situaciones de la vida. Yo tenía 7 años de edad; mi abuelo paterno era pastor y, a su vez, trabajaba de carnicero con mi padre. Le vino la enfermedad al abuelo y dejó de llevar el ganado, por lo que esta labor pasó a la familia. Yo en aquel entonces era el chiquillo del rebaño.

- ¿Qué se necesita para ser un buen pastor?

- Se dice que hay pastores y guardaganados. El pastor debe tener mucha paciencia y un espíritu de sacrificio muy grande. Trabajar siempre, todos los días del año, sea domingo e incluso el mismo día de San José, el día de mi santo. También hay que saber cuidar el ganado, pues si alguno de ellos se lastima cuando estás en pleno campo debes saber curarlo, sobre todo con miel, que es la mejor medicina.

- Antes los pastores llevaban perros.

- Sí. Y muchas veces quien hacía de perro era el zagal.

- ¿El niño hacía las funciones de perro?

- Normalmente cuando se sale a pastar se suele ir con perros, si bien en aquel momento yo era el chiquillo que tenía que ir corriendo siempre para controlar el ganado. Muchas veces se metían en sembrados que no debían pues los estropeaban. Lo mejor de todo es ir a los rastrojos, donde ya han recogido las plantaciones y los restos que quedan son para los animales. Cuando se metían en sembrados había que ir corriendo detrás del rebaño para que saliesen rápidamente.

- ¿Qué es lo que más les gusta comer del campo?

- Los rebaños son muy golosos, tanto de ovejas como de cabras. Les gustan mucho los higos de las higueras y las algarrobas.

- ¿Qué plantas o hierbas les apetecen más?

- Los espárragos trigueros, orejas de liebre, amapolas, etcétera. Los callejones son menos preferidos pero con hambre, se los comen. También las ramas de almendro y las hojas de olivos.

- ¿Ha dialogado con su rebaño?

- A las ovejas hay que hablarles con cariño y llamarles por su nombre. Tenía una que le decía La Tutubía, porque tenía un moño en la cabeza. A otra le llamaba Paloma. A otra le llamaba Reina; incluso a una de ellas le decía La Pía, porque tenía la piel muy blanca, como los corderos píos, que son blancos con algunas manchas negras.

- ¿Puede rechazar una madre a su cría?

- Depende. Las cabras por lo común son más madres e incluso amamantan a otros animales. Ellas no rechazan a sus crías, incluso a veces sacan adelante dándoles de mamar a corderos recién nacidos que se quedan sin madre o que han sido rechazados por su propia madre.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 10/15/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.