Un baño en Cala Dorada.
7/09/2009 | Author:

La vista de Calblanque desde el mirador de Punta Negra nos transporta a las llanuras africanas.

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Panorámica de Calblanque desde el mirador de Punta Negra.

La primera vez cuesta trabajo, pero cuando se ha disfrutado de la experiencia, uno entiende que hay sacrificios que merecen la pena: como adelantarse a la salida del sol para caminar en la penumbra y ser testigos de que la naturaleza apenas duerme. En esta época es especialmente recomendable explorar la franja horaria que va de las siete a las diez de la mañana, cuando la fauna da sus últimos coletazos antes de esconderse del calor implacable. Otro momento para enmarcar es la última hora del día, cuando el ambiente se llena de aromas y sonidos que nos invitan a olfatear, a escuchar, a adivinar... Ser el primero tiene premio, pero quedarse hasta el final tampoco es mala idea.

Espacios naturales tan llenos de vida como Calblanque son ideales para madrugar o dejar que nos cubra la noche. Y no hay visión más hermosa de Calblanque que la que nos sorprende desde Cala Dorada y el mirador de Punta Negra, la puerta oriental al parque regional. Uno se acomoda al alba en el pequeño promontorio con vistas a las salinas del Rasall y el Cabezo de la Fuente y lo que ve le transporta a las llanuras africanas. Con un poco de imaginación podríamos ver desplazarse pesadamente a los elefantes a lo lejos, o la silueta afilada de una jirafa mordisqueando una acacia. No es Masai Mara, pero lo parece.

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Como casi todo el mundo conoce Calblanque (¿o no?), la propuesta para este fin de semana consiste en entrar a este valioso espacio natural desde un ángulo no tan conocido como el acceso habitual desde la vía rápida de La Manga. Por eso, un buen punto de partida es Cala Reona, junto a Cabo de Palos, donde se inicia una pista que en una hora nos deja en el mirador de Punta Negra pasando por Cala Dorada, una playa secreta que tiene un baño fabuloso.

A media ladera

La senda comienza cuesta arriba, junto a un cartel indicador en el extremo oeste de la playa, y recorre la falda del Atalayón a media altura y de cara al mar. Con las plantas aromáticas un tanto agostadas ya, el mayor aliciente de este tramo de la excursión es la cercanía del mar y las vistas que comenzamos a tener, con el faro de Cabo de Palos a nuestra espalda.

Después de una pronunciada cuesta abajo llegamos a un grupo de respiraderos de pozos mineros ante los que hay que extremar la precaución porque no están protegidos (aunque deberían estarlo). Así que mucho ojo si nos acompañan niños: mejor que ni se acerquen. El camino nos lleva bordeando la fachada montañosa que se vuelca sobre esta amplia franja de litoral virgen (a ver lo que dura), y finalmente, a la salida de una curva, avistamos Cala Dorada.

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Un senderista descansa frente a Cala Dorada, en el extremo oriental de Calblanque.

La bajada hacia la playa nos exigirá cierto cuidado, ya que el camino se estropea y se inclina bastante en varios puntos (como siempre, los bastones de marcha nos salvarán de algún resbalón).

Cala Dorada es algo así como la alfombrilla de bienvenida que Calblanque nos pone en la puerta: una playita recoleta, de arena gorda y amarilla, donde puede uno fabular con que no tiene otra cosa que hacer que dejar pasar las horas. Habrá quienes se identifiquen con los náufragos del reality televisivo Supervivientes, con los de la serie Perdidos, con el escuálido Tom Hanks al que dirigió Robert Zemeckis o con Robinson Crusoe; allá cada cual con sus referentes. Justo encima de la playa tenemos el mirador de Punta Negra, perfectamente señalizado y acondicionado. Un pequeño murete hace de mínimo balcón sobre una loma desde la que nos sorprende una imagen hermosísima de Calblanque, que a primera hora de la mañana o última de la tarde es sencillamente emocionante. Casi se ponen los pelos de punta ante una postal como la que tenemos delante: la lámina plateada de las salinas, el Cabezo de la Fuente, los enormes palmitos colocados en el llano como piezas de ajedrez...

Hasta el mirador tenemos tres kilómetros y una hora de camino, así que es el momento de preguntarnos: ¿nos damos la vuelta o nos perdemos en Calblanque?

Fisgoneado en La Verdad.

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