Tallar la paz en Belén.
12/28/2009 | Author:

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Su gesto es antiguo, aprendido en millones de intentos. El artesano talla una imagen de Jesucristo con un minúsculo cincel. En esencia, la imagen que propone Abed Al Hashlamoun resulta apacible.

La cosa cambia cuando se abre el foco. Alrededor del pequeño trozo de mundo que ha retratado el fotógrafo de EFE se presiente Belén, una pequeña ciudad asediada por los muros israelíes en los que resuena el eco de los más de 1.400 muertos que ha dejado la última ofensiva de un conflicto brutal, descarnado y sin una solución a la vista. Esa es la banda sonora de la Navidad en la que lloran los muertos de Cisjordania y el lamento se funde con el cántico alegre de un vendedor que pregona las pequeñas figuras de madera. Más allá, un murmullo de turistas entra con sus cámaras por la puerta de la Basílica de Belén, el edificio que construyó en el 323 Constantino -el primer emperador cristiano de Roma-, sobre la gruta en la que se dice que pudo nacer Jesús.

El artesano de la paz es árabe y cristiano al mismo tiempo y venderá menos este año. En el último decenio, ha descendido paulatinamente el número de viajeros a Belén. Ahora son 1.250.000 al año, (la mayoría en Navidad), pese a que los touroperadores -todos israelíes- organizan viajes relámpago y muchos se alojan en Jerusalén, a ocho kilómetros al norte del tenderete. La crisis no es nueva. El agotador negocio de tallar la paz a mano nunca ha sido una industria rentable, pero tampoco llega a quebrar definitivamente. A ese curioso fenómeno, los expertos le dicen 'esperanza'.

Piezas de Griñán, Ruiz, Cuenca, la Viuda de Galán...

Pero no sólo son verdaderas joyas sus edificios, labrados en corcho, como si de barro se tratara y pintados hasta asemejar los muros de antaño. El belén del colegio Virgen de las Huertas es un verdadero tesoro por las figuras con que cuenta. En él, están representados los mejores artesanos del belén de la Región. Entre las piezas hay de Francisco Ruiz, Carlos Cuenca, Jesús Ramírez, Jesús Griñán y la Viuda de Galán. La mayor parte de ellas, son niños. Pequeños que aparecen escondidos, saltando al burro o haciendo alguna que otra travesura. Mirando la maqueta detenidamente parece que hasta se siente el jaleo provocado por las risas, los gritos y las carreras, las que estos días se han dejado de oir durante los recreos, en que muchos optan por pasar largos ratos recreándose recordando la historia que cada año se repite.

Fisgoneado en La Verdad.

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