Para ser actor se necesita talento, sensibilidad y, por encima de todo, inteligencia; el amor, el desamor, la tragedia y el drama, te los llevas en tu pecho y tu alma.

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El actor cartagenero Pedro Saura retuerce su alma para dar vida a Tartufo, el perverso manipulador que concibió Moliere. Al día siguiente, se le alarga la nariz y el pulso romántico para batirse como Cyrano. Desde que desembarcó en la compañía murciana Alquibla, procedente de los locos platós de series televisivas, ha mostrado más caras que un poliedro. La de profesor de teatro se la enseña a sus alumnos, de 12 a 60 años en el taller creado por la Concejalía de Cultura de San Pedro del Pinatar. El 18 de diciembre ofrecerá un recital de poesía en la Casa de la Cultura.

- ¿Cómo se sale de la piel de Tartufo para meterse a las 24 horas en la de Cyrano?

- Es un chip. Después de tantos años, funciono por teclas que toco en mi corazón. Hoy toco la de Tartufo y mañana la de Cyrano. A mí me llena la palabra que sale de mi boca, el éxtasis que produce la interpretación. El teatro es mucho más que un trabajo, es un modo de vivir.

- Alquibla ha actualizado el Tartufo de Moliere a una especie de asesor financiero chupasangres y manipulador ¿abundan los tartufos en el siglo XXI?

- Una de las razones por la que Antonio Saura pone un espejo en el cartel de la obra es porque quién no ha sido un tartufo, para que nos miremos y veamos si lo hemos sido alguna vez en la vida. Sólo por callar algo ante un poderoso eres tartufo. El mundo está lleno de tartufos. Tartufo es todo lo hipócrita, lo vehemente, lo inteligente. .

- ¿Los tartufos podrían ser la causa de esta crisis mundial?

- La crisis existe en el mundo desde siempre. Como han sido las crisis anteriores. El mundo ha estado y está lleno de tartufos.

- ¿El famoso Bigotes podría ser el Tartufo actual reencarnado?

- Absolutamente. Habría que saber si además es religioso, aunque lo que mueve a Tartufo es la sed de dinero. Sólo le pierde que se quiere tirar a una mujer. Es un depravado y, a veces cuando lo hago, me da asco.

- ¿Es su personaje más potente hasta ahora?

- Es un personaje más, que me divierte hacer. Cubre una parte de mí, pero otras no las ha llenado. El Egisto, de la Orestiada, me llenaba, el Valmont de Las amistades peligrosas, el galán fantasma que hice en Madrid, el monólogo final de Cyrano me pone los pelos de punta.

- Ha trabajado en series de éxito, ¿prefiere el escenario al plató?

- Por supuesto que me tira más el escenario. Trabajé con Mariano Peña, el tabernero de Aída, Remedios Cervantes y Agustín González, y después me llegó la oferta de Alquibla para hacer Fígaro. Yo tengo el mismo representante que Bovedilla, que tiene a 15 actores pidiéndole trabajo, pero yo a veces le digo que no porque tengo ensayos.

- ¿Cómo profesor es enrollado o un ladrillo?

- La Concejalía de Cultura ha querido potenciarlo pero luego depende de que el actor haga que se interesen. No soy profesor de nadie. Me siento un actor que enseña. Hay que quien se flagela para hacer una escena dramática, pero yo toco las teclas. Transmitir eso es difícil. Les enseño la técnica y lo aprende quien tiene alma. Se necesita talento, sensibilidad y, por encima de todo, inteligencia. El amor, el desamor, la tragedia, el drama, te lo llevas en tu pecho y tu alma, y cuando tengo que expresarlo no tengo que recordarlos, sólo pulso la tecla y salen.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 12/03/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.