Excursión de 13 kilómetros entre Hellín y Moratalla siguiendo el rastro del general cartaginés.

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Panorámica del río Segura entre las fincas de La Chamorra y La Hoya, aún en el término municipal de Hellín.

Sucedió en el año 218 antes de Cristo, pero en este supertecnificado y casi virtual siglo XXI aún podemos seguir el rastro de una de las expediciones más fabulosas de la Historia (con mayúsculas): la que protagonizó el general cartaginés Aníbal con su ejército de 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes con el objetivo de conquistar el norte de Italia. Desembarcó en Cartagena (entonces Carthago Nova) para atravesar Hispania y cruzar los Pirineos, y aunque existen muchas lagunas acerca de su periplo ibérico, sí conocemos algunos de los lugares por los que pasó.

El curso alto del Segura fue un paso natural que aprovechó el general cartaginés para progresar con su poderoso contingente militar hacia el norte de la península. Y persiguiendo esa estela histórica podemos hacer una excursión legendaria caminando junto al río por tierras de Moratalla y Hellín en un recorrido circular de 13 kilómetros. La primera parte de nuestro itinerario transcurre por tierras de Castilla-La Mancha, desde la aldea de El Maeso, siguiendo el curso del río por el histórico Camino de Aníbal; y regresaremos por el monte siguiendo el sendero GR 127, pisando ya el término de Moratalla.

Nuestro punto de partida es la aldea hellinera de El Maeso, a sólo unos cientos de metros en línea recta de la pedanía moratallera de Salmerón, que veremos al otro lado del río. Arrancamos desde el camino ancho que discurre junto al cauce y llegamos, unos 3.5 kilómetros después, a la finca de La Chamorra, donde podemos hacer una parada para contemplar las choperas y una curiosa infraestructura hidráulica: una minicentral construida para subir el agua hasta otra propiedad, El Tesorico (la empresa fue un fracaso).

Territorio de la nutria

Volvemos a la pista y seguimos avanzando, con la Sierra de Pajares a nuestra izquierda, para encontrarnos en una curva (k. 4.5) con un cartel señalizador del Camino de Aníbal. En este cruce seguimos por la izquierda buscando el río, que avistaremos desde un alto, junto a otra curva, en una zona donde disfrutaremos de una panorámica magnífica. Entramos ya en el territorio de la nutria, de la garza real, del águila perdicera y de la cabra montesa, donde la gente del campo ha sabido convivir con la naturaleza sin agredirla: en fin, que para subsistir se ha servido de los recursos naturales sin abusar de ellos. Esa sensación tenemos cuando pasamos junto a la finca de La Hoya (km. 5), con sus enormes pinos carrascos y su modesta casa de labor, y llegamos hasta los arrozales de El Hondón.

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En este punto giramos hacia la derecha en dirección norte, siguiendo el curso de una acequia árabe aún en uso, y pasamos junto a la casa de la finca (km. 7). Trescientos metros más adelante llegamos a uno de los hitos más divertidos de nuestro recorrido, porque tenemos que cruzar el río para seguir avanzando. En ausencia de elefantes, conviene echar unas sandalias de plástico en la mochila. El agua está todavía fría, aunque lo normal es que no cubra más arriba de la rodilla. Un momento para hacernos una foto y reírnos después recordando el trance.

Después de vadear el Segura hay que rodear un sembrado buscando el margen contrario, ya en el término municipal de Moratalla. Acompañamos la corriente y pasamos junto a una plantación de pinos carrascos que ocupa la parcela de una chopera ya desaparecida, y alcanzamos la señalización con marcas rojas y blancas del GR 127 (km. 8.6).

Abrigados por la Sierra de Pajares, éste es un buen lugar para descansar mientras nos comemos un bocadillo: hay amplias zonas de sombra y tenemos el río a mano para refrescarnos o darnos un baño. Para el camino de regreso abandonamos el río y seguimos la estrecha senda del GR 127 que sube por la sierra. En los primeros 50 metros nos encontraremos con una fuente de agua termal, rodeada de enormes baladres, donde se revuelcan los jabalíes. El sendero nos lleva por el perfil de la montaña, con vistas al río en todo momento, en dirección a la Presa del Rey, donde se alimentan las acequias de Las Minas y Moharque.

En el último tercio de la excursión descendemos a una zona de vega conocida como Soto de los Caballos, y el camino nos va enfilando hacia la aldea de Torrearenas, desde donde podemos cruzar el río de nuevo (mojándonos los pies) para terminar en El Maeso.

En el caso de que queramos acortar un poco la excursión y prescindir de este último tramo, tenemos una alternativa: desde el punto en el que aprovechamos para descansar, podemos vadear el río para acceder de nuevo a la finca de El Hondón y regresar hasta El Maeso por el mismo camino de la ida. No hay pérdida posible.

Las crónicas cuentan que Aníbal perdió 36 de sus 37 elefantes y un ojo en su aventura, después de atravesar Hispania y la Galia superando los pasos de los Pirineos y los Alpes. Nosotros sólo nos arriesgamos a perder peso emulando cómodamente parte de su mítico itinerario. ¿Verdad que vale la pena?

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 6/05/2009 and is filed under , , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.