Hay que tener mucha paciencia para ponerle las herraduras al animal, tratarle con cariño para que se sienta cómodo y te deje trabajar.

«Los cascos de los caballos son como los pies: no hay dos iguales»

Padre e hijo, y ambos de nombre Cristóbal, además de herradores. Ambos están compenetrados milimétricamente en el oficio, e incluso hablan con el caballo. El abuelo ya se dedicó al oficio, ellos han heredado el trabajo, las herramientas y han asistido incluso a congresos internacionales. Y si la cosa se pone a punto te preparan un power point para que no te de ni el olor de las cuadras y te lo explican hasta hacerte un experto. Luego ya es cuestión de que te animes a subirle la pata a la yegua y empieces con las tenazas a recortarle los cascos.

- ¿Cuándo es conveniente empezar a ponerle herraduras al caballo?

- Depende, si el caballo lleva un proceso normal de crecimiento o si tiene aplomos con defectos, pero lo normal es a partir de los dos o tres años.

- ¿Entonces las pezuñas las tiene que tener ya crecidas para que ustedes trabajen?

- ¡Qué dice usted¡ Los caballos, potros o yeguas no tienen pezuñas, sino que son cascos; vamos a ver si nos entendemos desde el principio... Sus extremidades, las manos y los pies terminan en uñas; pues eso mismo ocurre con estos animales, lo único que las cuatro extremidades apoyan el peso de todo el cuerpo en el suelo y sus uñas se llaman cascos que en cada pata son dos unidos, el uno al otro.

- ¿Todos los cascos son iguales?

- De ninguna manera. Son como los pies de las personas. ¿Ha visto usted que nosotros utilizemos siempre el mismo número de calzado? Pues aquí idéntico; se diferencian por el peso y tamaño del animal, va por números, como los zapatos; e incluso también en ocasiones hay que utilizar herraduras ortopédicas, de la misma manera que el calzado ortopédico.

- Perdone, pero es la primera vez que me ha parecido escucharle… ¿ha dicho usted herraduras ortopédicas?

- Por supuesto, esto se hace cuando el casco está defectuoso y poco a poco hay que trabajarle -en algunos casos los he conseguido con bastantes meses de tiempo- para que lleguen a tener el grado de inclinación suficiente y natural para poder andar con tranquilidad ¿Qué le pasaría a usted si durante mucho tiempo ha llevado un zapato más pequeño que el tamaño de su pie? pues imagínese en el caballo, y además aguantar su peso y al burro -con mis perdones- del dueño.

- ¿Y los caballos se están quietos, vamos, tranquilos, para que usted le trabaje en los cascos así como cualquier cosa? Porque mire usted que a mis hijos o a mi suegra cuando hay que cortarle las uñas hay que armarse de paciencia...

- Aquí igual. También hay que tener mucha paciencia, a veces se pone el caballo enfoscao y hay que tratarle con cariño para que se tranquilice pues al final se va a sentir más cómodo y como ya me viene conociendo sabe que le voy a tratar bien.

- Imagino que este trabajo tendrá su propia historia…

- Por supuesto. La historia del herrador se inicia justo cuando el caballo empieza a ser domesticado: anteriormente se desgastaban sus cascos en relación directa a su peso y el tiempo que caminaban, pero cuando se vio sometido a las órdenes del hombre esto le hizo variar. Fue entonces cuando surgieron los herradores y forjadores. De la Edad Media incluso tengo guardados exámenes que ponían, y los títulos que daban.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 12/22/2008 and is filed under , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.