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«El jurado decidió por unanimidad que la persona que ha obtenido este primer galardón dotado, con 30.000 euros es José Antonio Molina Sánchez, de todos conocido». El consejero de Cultura anunciaba así el nombre de quien ha obtenido el primer Premio Regional de las Artes y de las Letras. A continuación, se dedicó a glosar la personalidad y la obra del pintor, quien ha constituido no solo una de las trayectorias artísticas más importantes de nuestra Región, sino del panorama artístico español del último sigo. «Es, quizá, la figura más conspicua y sobresaliente de la generación de postguerra», en la que citó los nombres de Hernández Carpe y Sofía Morales.

Recordó la prontitud con que el premiado decidió instalarse en Madrid, y convertirse en incansable viajero «siempre poroso a aquellas influencias que pudiera incorporar a su paleta pictórica». Se refirió a su dibujo de tipo social de los años cuarenta, influido quizá por al Escuela de Madrid. Para Cruz el primer dato de originalidad en la obra de Molina Sánchez se produce a partir de los años cincuenta, a consecuencia de la exposición que contempló en el Casón del Buen Retiro, sobre pintura italiana contemporánea, y cuando se adhiere a un estilo esquemático que lo asemejaba al ya citado Hernández Carpe.

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Materia pictórica

El consejero afirmó que la gran década de Molina Sánchez es la de los sesenta, y citó al critico Enrique Azcoaga, quien lo calificó como «uno los grandes artistas españoles del momento». Fue la década en que el pintor marchó a África y asienta su estilo «a través de una utilización absolutamente sabia e inigualable de lo que era la espátula». Esto le hizo llegar a un expresionismo muy gustoso de la materia pictórica, con una densidad importante en cada uno de sus cuadros y «con una capacidad para reducir a lo esencial todo aquello que había visto, y a través de la memoria, ciertamente sorprendente». Añadió que sus cuadros de África, que centran «esa década gloriosa» constituyen algunos de los pasajes más importantes de la neofiguración española, que se suele referir a pintores como Barjola, pero que tienen en Molina Sánchez «el valor máximo a descubrir y creo que los máximos logros conseguidos en este ámbito».

En este relato sobre el pintor, también habló el consejero sobre la etapa en que Molina Sánchez empezó a introducirse en un expresionismo lírico, que ha venido manteniendo hasta en momento «y en el que la figura del ángel ha constituido su gran centro de acción. Podríamos decir que a través de su obra ha conseguido una de las angelología más importantes del siglo XX. El ángel, en un siglo absolutamente laico y descreído, ha sido una de las grandes figuras indicadas por artistas, pensadores y escritores». Citó, entre otros a Alberti y Paul Klee, y afirmó que Molina Sánchez se ha incorporado a esa gran nómina de artistas que ha reflexionado y construido su ángel particular.

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Hacer justicia

Para el consejero, se trataba «de un premio absolutamete merecido», que viene a hacer justicia y a añadir, si cabe, un poquito más de valor a la carrera de unos de nuestros artistas más internacionales, que más exposiciones ha realizado fuera de España y que todavía está por descubrir, «porque resulta algo cercano, que es cuando pocas veces nos preocupamos de rasgar lo que hay detrás de las apariencias. La obra de Molina Sánchez tiene una profundidad y un devenir rico. Con este premio no se ha querido otra cosa sino honrar esa trayectoria».

Finalizó refiriéndose -aunque eludió preguntas sobre el tema- a la Fundación Molina Sánchez, «que, de una vez por todas va a salir de modo definitivo».

El jurado, presidido por el consejero, que actúa como presidente, está compuesto por los directores generales de Bellas Artes y Bienes Culturales y Libro, Enrique Ujaldón; de Archivos y Bibliotecas, Francisco Giménez; de Promoción Cultural, Antonio Martínez: el rector de la Universidad de Murcia, José Antonio Cobacho; y los directores de la Real Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca, Francisco Marín; del CENDEAC, Miguel Ángel Hernández; de la Editora Regional, José Antonio Bascuñana; y de la Real Academia Alfonso X El Sabio, Francisco Calvo.

El pintor José Antonio Molina Sánchez nació en el número 4 de la calle de San Nicolás, en Murcia, en 1918. Comenzó a frecuentar las clases de pintura en la Real Sociedad Económica de Amigos el País, pero también trabajó en el taller de Luis Garay y, en 1941, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Fue en 1942 cuando decidió instalarse en Madrid, poco después de celebrar su primera exposición individual en la Asociación de al Prensa de Murcia. A partir de entonces, puede decirse que la trayectoria del pintor murciano se introduce en un continuo ascenso, reflejado en las páginas de los diarios y revistas madrileños, con las alabanzas de la crítica de cada momento. Para Gaya Nuño, la exposición celebrada, por ejemlo, en 1955, en la Sala Alfil, «no solo es excelente, sino, quizá, la mejor presentada por el pintor murciano, ya verdaderamente maestro en la línea, color, composición, brujería técnica y resortes imaginativos». También sobre aquella exposición, otro crítico, Luis Castillo, afirmó que «muchas de las obras de Molina Sánchez son magníficos bocetos de frescos, Y en todas ellas, el sentido de la composición, la viveza de las gamas cromáticas, elevan lo decorativo a uno de sus más estimables y brillantes grados».

Fisgoneado en La Verdad.

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