Me llena hacer retratos siempre que pueda penetrar dentro del personaje y, de alguna manera, desnudar su alma.
Luis Cerdá Selles procede de tierras alicantinas, si bien, después de recorrer Valencia, Palma de Mallorca y de nuevo Alicante, acabó afincándose en la capital murciana, junto a las mismas murallas de la antigua ciudad medieval, en el barrio de Santa Eulalia. Desde la infancia aprende a dibujar en el Colegio de Sordos de Valencia, donde despierta su vocación artística como una nueva forma de expresar y comunicarse con el mundo exterior. Ha participado en catorce exposiciones colectivas y doce de forma individual, principalmente en diferentes capitales del territorio nacional.
- Acaba de realizar una de sus mejores exposiciones en Alcantarilla, lugar donde suele acudir con frecuencia con sus cuadros. ¿Qué historia sobre el lienzo ha dejado ahora en este pueblo?
- He expresado la evolución del pueblo; el paso del tiempo por esta localidad reflejándolo en varios rostros humanos y en paisajes de esta ciudad; estableciendo una comparación con lo que fue ayer y lo que es hoy, tratando de penetrar en su personalidad y a su vez en diálogo con el resto de la Región y con el propio territorio nacional.
- ¿Qué significa para usted tener la paleta en la mano?
- Para mí la paleta es un mundo muy especial. Supone la posibilidad de combinar los colores casi hasta el infinito, darles vida y con el objetivo de interpretar a través de este medio la naturaleza que nos rodea y que me ronda a mí mismo, así como mi actitud ante ella y el diálogo que me permite establecer con la misma naturaleza.
- ¿Si cogiésemos al amanecer el caballete con su caja de pintura a dónde iría?
- A los pueblos pequeños para descubrir sus amaneceres brillantes sobre las casas bajitas, deterioradas por el paso y las inclemencias del tiempo y con historia e historias en las cuales también incluiré las de las personas que los habitan, principalmente las mayores, con sus rostros apergaminados, testigos de tantos sucesos plenos de significados.
- ¿Y si hiciésemos lo mismo pero al atardecer?
- Yo prefiero siempre la abundancia de luz para hacer mi pintura. Por ello prefiero las claras mañanas para pintar; las tardes las reservo para temas más formales: retratos sobre todo, también interiores y algún bodegón. Todo ello es posible llevarlo a término en el estudio; lo mismo que retocar los detalles del trabajo que he realizado en pleno campo, en los pueblos pequeños y observando a las personas en su medio natural.
- ¿Cuál es su color preferido?
- El ocre es mi preferido, por ser el color definitorio de las naturalezas muertas y del paisaje del sureste español, principalmente Alicante y Murcia, donde se ha desarrollado mi vida artística, y también la personal y familiar.
- Dígame qué le sugieren los siguientes colores: el rojo, el negro, el amarillo y el verde?
- En relación a esta pregunta he de decirle que nunca utilizo colores puros. Siempre me esfuerzo por conseguir una paleta de colores lo más matizada y personal posible, que interprete la naturaleza y a las personas de la manera más reveladora y significativa. Ésta es una labor cuidadísima y muy detenida que irá en dependencia del significado que para mí tenga en ese momento ese paisaje, ese retrato, ese bodegón que en ese preciso momento estoy pintando.
- ¿Con qué temas se encuentra usted más a gusto pintando?
- Me encanta pintar paisajes, sobre todo los paisajes rurales; también los urbanos que tengan un sabor histórico y cicatrices en sus fachadas. En casos concretos y, caso de conocer profundamente a la persona, también me llena hacer retratos, siempre que pueda penetrar dentro del personaje y de alguna manera desnudar su alma.
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