El misionero Bermúdez López ha regresado a Alguazas después de 30 años de trabajo con los más desfavorecidos en Guatemala y México.

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Fernando Bermúdez López, médico y teólogo, ha regresado a Alguazas, la tierra que le vio crecer, después de vivir 30 años entre Guatemala y México como misionero. Siendo muy joven se marchó a Madrid, a Vallecas, donde aprendió el verdadero significado de la libertad y la justicia viviendo en la pobreza. Durante sus 30 años de misionero ha estado amenazado de muerte en varias ocasiones, aunque esto no ha impedido que llevara hasta sudamérica la evangelización, la formación de líderes cristianos, la promoción de la educación y las mejoras en sanidad. En 2005 le concedieron la Orden de Monseñor Gerardi a los Derechos Humanos por su gran labor como misionero. Actualmente reside con su mujer en el corazón de la huerta alguaceña, donde continúa su labor de escritor y defensor de derechos humanos y sobre todo la búsqueda de libertad.

-Vive usted en un entorno maravilloso, dentro de la huerta de Murcia.

-Es cierto. Esto es un paraíso que, por desgracia, están dejando morir. He denunciado a las autoridades el penoso estado en el que se encuentra nuestra huerta, pero no me han hecho caso. Me da la impresión de que nuestros dirigentes no valoran el valor cultural que tenemos. La historia juzgará esta falta de conciencia.

-¿Tan mal ha encontrado su tierra después de 30 años?

- Respecto al trato que se le ha dado a la huerta murciana, sí. En otras cosas ha mejorado. En el sistema capitalista normalmente se habla de libertad, pero no de justicia. Yo creo que hay que luchar en contra de las injusticias y por la libertad de todas las personas. Siempre he dicho que he cambiado de trinchera pero no de guerra.

- ¿En algo habremos mejorado?

- En el nivel de vida, de desarrollo y de bienestar hemos mejorado. Todo es mucho más cosmopolita que hace 30 años. En un mismo barrio encontramos vecinos de Marruecos, Ecuador, Nigeria, Rumania... Creo que la mezcla de culturas enriquece culturalmente nuestra sociedad.

-¿Cuál ha sido su labor como misionero en Sudamérica?

-Principalmente, la evangelización, la promoción de la educación, la salud y formar a líderes cristianos. Ayudábamos a la gente en su integración social sin separar fe y vida, y mejoramos la alimentación enseñando nuevas técnicas de siembra.

- ¿Se encontró con muchos problemas para llevar a cabo su misión?

- Sí, me encontré con un gran problema entre el gobierno y las guerrillas. El ejército raptaba a jóvenes campesinos para deshumanizarlos, lavarles la cabeza y alistarlos al ejército. Yo, al ver esta barbarie, durante una misa, tomé la palabra y denuncié estos actos tan injustos.

-¿Y qué ocurrió?

- Pues comenzaron a aparecer pintadas que me amenazaban de muerte. Allí, hablar de derechos humanos y de libertades es propio del comunismo y de los guerrilleros. La gente de la zona me advirtió de que estas amenazas podían llegar a materializarse si no me marchaba de inmediato y tuvimos que partir para Chiapas (México) donde estuve ocho años impartiendo clases con los refugiados.

-Le concedieron la Orden de Monseñor Gerardi a los Derechos Humanos. ¿Está satisfecho?

- La guerra se cobró 200.000 muertos en Guatemala y eso es una realidad que no hay que olvidar para que no vuelva a suceder. Cuando comenzó a prepararse la Asamblea Nacional del Proceso de Paz muchos de nosotros teníamos la labor de preparar a la sociedad guatemalteca para el diálogo.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 5/31/2009 and is filed under , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.