«Los jóvenes somos los que estamos llamados a renovar el sector y, hoy por hoy, el éxito radica en ofrecer al consumidor aquello que está buscando»
El mundo del vino está rodeado de mitos. Probablemente, el más extendido sea aquel que reza que el vino, cuanto más viejo mejor, creencia ya desterrada, porque cada cosecha de uva debe permanecer en barrica exactamente el tiempo que necesite, ni más ni menos. Eso mismo es lo que ocurre, por aproximación, en el caso de Bartolomé Abellán. Y es que Bartolo, con apenas 30 años, es el enólogo más joven de la Denominación de Origen Jumilla. Su buen hacer le ha llevado a convertirse, en poco tiempo, en la mano derecha de Miguel Gil, uno de los bodegueros con mayor renombre y éxito de la Región.
- Pocas profesiones tienen que ser tan vocacionales como ésta. ¿Cómo llega alguien tan joven a un mundo, en principio, tan elitista?
- Siempre he estado muy vinculado al mundo del vino. No en vano, mi padre se dedicaba a esto. Además, ya mientras estudiaba me sacaba un dinerillo con las vendimias. Es mi pasión. Así, tras acabar mis estudios, mi actual jefe, Miguel Gil, que ya me conocía, decidió confiar en mí para refundar la bodega y me convenció para que le ayudara a comenzar otra vez con el negocio, tras la escisión de Finca Luzón.
- Y eso que dicen que el buen vino es un producto que sólo se aprecia con el paso de los años.
- La verdad es que mucha gente se queda parada cuando me presentan como el enólogo de Bodegas Juan Gil. Pero somos nosotros, los jóvenes, los que estamos llamados a renovar el sector y hoy por hoy, el éxito radica en ofrecer al consumidor aquello que está buscando.
- ¿Es fácil conseguir el producto que uno tiene en la cabeza? Supongo que después mucho tiempo de trabajo no tiene que ser extraño encontrarse con alguna que otra decepción o, incluso, con una grata sorpresa.
- En la producción de un caldo influyen muchos factores. Hay que controlar procesos químicos pero también biológicos porque el vino está vivo. Y eso sin contar los factores meterológicos, normalmente imprevisibles. Utilizamos diversas técnicas para obtener el producto buscado, pero siempre nos movemos dentro de unos márgenes en cuanto al resultado final. Así , es posible que cada año obtengas un vino distinto, de forma que nuestro cometido es mantener la calidad.
- A pesar de la crisis, los vinos de Jumilla ha logrado aumentar sus ventas hasta en un 11%. ¿A qué se debe este éxito y a quien le estamos robando la cuota de mercado?
- Sin lugar a dudas, ahora mismo, la relación calidad-precio es la que te hace crecer. La gente ha renunciado a consumir vinos de 30 euros pero todavía no puede prescindir de los de 20. De esta forma, el consumo de rioja, por ejemplo, está bajando, mientras que el del jumilla crece.
- ¿A ello contribuyen los llamados 'vinos de autor', aquellos que no llegan a ser crianza pero presentan una gran calidad y un buen precio?
- En el caso de estos vinos, la cuestión no es abaratar su precio manteniéndolos un menor tiempo la barrica. Simplemente se le da a cada cosecha de uva el tiempo que necesita.
- ¿Y cuál es la gran baza de nuestros caldos para competir en el mercado internacional?
- Pues, precisamente, esa relación calidad-precio de la que hablábamos antes, y la personalidad propia de nuestros vinos. De hecho, Jumilla es una de las pocas denominaciones que trabaja la uva Monastrell, una de nuestras señas de identidad. Así, lo único que nos falta para competir es una mejor campaña de marketing en igualdad de condiciones. Hay que ganarse el mercado anglosajón, entorno al que gira ahora mismo la cultura del vino, en detrimento de Francia. ¡Qué le vamos a hacer si Estados Unidos es el mayor consumidor mundial!
- Después de todo el día probando morapio, ¿cuando uno llega a casa, lo último que quiere ver es una copa de vino más?
- ¡Qué va! No hay ningún problema. Siempre queda sitio para una copa más. Disfrutar de una buena comida con una botella de vino y la compañía de tu familia es uno de los grandes placeres de la vida.
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