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José Montoro es exquisito, sencillo y un gran enamorado de su trabajo. Nació en Archena pero los amores de María Elena le llevaron a Bigastro. Hace ahora veinte años montó su oficina de trabajo en Molina de Segura. Celia y Pepe, sus hijos, siempre están presentes ante él, aunque sea en fotografía en su despacho, y donde más a gusto se siente es restaurando el patrimonio regional. Cuatro años ha dedicado al Teatro Apolo de El Algar, en Cartagena; acaba de ser inaugurado y tal ha sido la obra que han llevado a cabo, que la felicitación de estas fiestas que ha realizado Montoro y su equipo se ha convertido incluso en una obra de arte sobre el mismo Apolo.

-¿Qué es lo primero que se debe hacer cuando te propones llevar a cabo una restauración?

-Inicialmente y fundamental es la realización de estudios previos que engloban desde la primera investigación histórica del bien que se va a conservar para situarte ante él. En este caso concreto, fue el arquitecto Pedro Cerdán quien realizó la obra y tuvimos la suerte de encontrar en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Cartagena los planos que hizo del Teatro Apolo. Posteriormente hay que plantarse ya delante de la obra y realizar diversas catas.

-Cuando nos encontramos con partes de un edificio que no existen ¿lo restituimos por otro idéntico o lo dejamos tal cual nos lo hemos encontrado reforzándolo para que no siga estropeándose?

- Viollet Le Duc, arquitecto francés del siglo XIX dijo que había que restaurarlo todo con habilidad y destreza intentando reproducir lo que fue en un principio. Pero en contraposición, el romántico inglés John Ruskin planteó todo lo contrario.Decía que la ruina es la ruina y no hay que modificarla; según él, la ruina es bella en sí misma y no hay que reponer nada, sino dejarlo tal cual nos lo encontramos y procurar mantenerla. Ahora, en el siglo XXI, estas son las dos vertientes que están en pugna. Por mi parte pienso que tan importante puede ser una ruina bien conservada como una restauración perfecta.

-¿Por qué se llama Teatro Apolo?

-Se construyó en 1905 con el nombre de Teatro Circo, y era como el Teatro Circo de Murcia. Es una planta circular en el que la gente veía el espectáculo desde la platea. Desde una obra teatral, hasta un circo con fieras incluidas, o escuchaban un concierto. El nombre de Apolo es más bien de tipo folclórico y se le denominó así posteriormente, pues fue incluso una discoteca o se pintaba el interior de color fucsia, etcétera. Hubo una época que allí se montaron muchas fiestas de variedades y se le dio ese nombre, el de Apolo. En cuanto a lo más peculiar, destacar que es una de las primeras obras en las que el arquitecto Cerdán introduce estructuras metálicas de hierro en perfiles, es un material de construcción totalmente novedoso en aquella época.

-¿Qué ha sido lo más complicado?

-Nosotros hemos intentado respetar al máximo la obra original de su autor, máxime cuando disponíamos de sus propios planos. Lo llamativo de este teatro está en que lo que normalmente llamamos 'el gallinero', ellos le denominan 'el paraíso'.

-¿Por qué nos aparecen obras del arquitecto Cerdán por diversos lugares de la Región?

-Fue el arquitecto que abandona la técnica barroca para adentrar a Murcia en una arquitectura en el que mezcla ladrillo y piedra. Él es el máximo exponente de la arquitectura preracionalista en Murcia. Hizo sus obras a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y trabajó sobre todo edificaciones civiles; realizando una arquitectura más ecléctica, útil, funcional y sobre todo muy racional.

Olisqueado en La Verdad.

This entry was posted on 1/10/2010 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.