Fue director de dos institutos, inspector y presidente del Círculo Cultural Narciso Yepes.

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La otra noche, al explicarle a una de mis hijas unas cosas de Matemáticas, pensaba yo que junto a la fría lógica de esa asignatura debe existir una dimensión distinta que trasciende de los conceptos generalmente admitidos para enmarcarse en unos parámetros con infinitas correlaciones, en la que los números ya no son tales, sino expresiones de situaciones humanas y culturales. Y así debe ser, porque el profesor Ros nos demuestra que esa distinta dimensión existe, y que a partir de esos planteamientos, no es óbice, para proyectarse en un sin número de relaciones personales. Por eso, por esa dimensión diferente y nueva que sirve de punto de partida para el encuentro de muchas generaciones, y por ser precisamente ese matiz humano y cultural donde se manifiesta la verdadera escala de Don Francisco Ros Giner, es por lo que se le reconoce su valía».

Es uno de los testimonios que en el año 1986 ampararon el nombramiento de Francisco Ros Giner como Hijo Predilecto y Lorquino Ilustre. La infancia de Francisco Ros va ligada necesariamente a la de su hermano Mariano y a un contexto: el del barrio de la Virgen de las Huertas. Nació el 23 de enero de 1920. La agricultura era la única forma de subsistir de las familias, incluida la de los hermanos Ros Giner. Sus padres, Francisco e Isabel, decidieron dar un paso más y subirse a lo que entonces era el precipicio del futuro apostando porque sus hijos cambiaran el campo por el instituto y la azada por los libros.

Las becas, a razón de un duro al día, posibilitaron que Francisco Ros iniciara su trayectoria profesional. Estudió el bachillerato en el denominado Instituto Viejo, ubicado en el edificio del antiguo colegio de la Purísima, como recuerda Maruja Sastre. «Con 15 años marchó a Madrid a estudiar Ciencias Exactas en la Universidad Central, estudios que finalizó tras el paréntesis de la Guerra Civil. Tras lograr la cátedra de Matemáticas de Institutos de Enseñanza Media, fue director del instituto Ibáñez Martín durante veinticinco años». Antes, en el curso de 1941 fue ayudante del catedrático Miguel Palacios.

También fue profesor de Matemáticas en la Escuela de Maestría. Fue el encargado de poner en marcha el instituto que actualmente lleva su nombre. Fue presidente del Círculo Cultural Narciso Yepes desde su fundación en 1953 hasta finales de la década de los sesenta. Un foro cultural por el que pasaron personajes como el propio Narciso Yepes, Enrique del Corral, Manuel Alcántara, Vicente Escudero, Carmen Laforet o Gregorio Marañón, entre otros. Después de enviudar fue nombrado Inspector de Enseñanza Secundaria y destinado en la Dirección Provincial de Educación en Murcia.

Amante de la obra literaria de Miguel Hernández, Machado, Blas de Otero y Alberti, Ros Giner ha sido calificado como «hombre sosegado, de conversación ágil, aficionado a los paseos, cordial con el que se le acerca, sarcástico y afable. Humanista, abrió las mentes de los jóvenes con la sencillez del buen pedagogo». Fue vocal del patronato de la Universidad de Murcia; miembro permanente del Consejo Nacional de Educación y secretario de la décimo primera Reunión Anual de Matemáticos Españoles.

Fue galardonado con el premio Elio y como en su momento dijo Pedro Felipe Sánchez Granados, «pocos conocen su aportación a la biografía definitiva de Pedro Salinas de Juan Marichal, elaborando un capítulo sobre el paso del poeta por la Universidad de Murcia».

Tanto Francisco Ros como su hermano fueron unos adelantados a su tiempo. En un momento en el que pocos se permitían llevar a sus hijos a la escuela, «a ellos se les veía subir y bajar a la ciudad cargados de libros, camino del Instituto o de vuelta de él, pero con poca productividad agrícola en ayuda de sus padres. Don Francisco recordaba muchas veces la anécdota de cómo un vecino, que estaba con su azada cavando en un bancal a orilla del camino, le había recriminado en voz alta: ¿nene, más legones y menos libros!».

Pero Francisco Ros ya no abandonaría los libros hasta sus muerte. «Personas como don Francisco son también fortalezas contra la incultura, adelantados del progreso contra la ignorancia y los avances en cultura y saber de los pueblos», apuntaba Miguel Quiñonero Vidal en el Pleno de 23 de diciembre de 1986.

Este lorquino ilustre tuvo cinco hijos. Francisco, Simón Ángel, Jesús, María Isabel y Conchita. La formación de sus hijos fue la gran preocupación de Francisco Ros. También la del resto de sus paisanos. «No sólo su aula, su cátedra, le ha servido de medio y cauce para transmitir saber y cultura a su pueblo, a los lorquinos. La Administración no fue del todo justa con él, como aseguran los que lo conocieron, pues se le negó en tres ocasiones la Orden Civil de Alfonso X al mérito docente.

Falleció el 15 de abril de 1994. Sus lecciones, aún permanecen.

Ojeado en La Verdad.

This entry was posted on 10/26/2008 and is filed under , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.