La popular cómica encabeza el reparto de 'Nunca estuviste tan adorable', que hoy se representa en el 39 Festival de Teatro de Molina.

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Cuidado con Anabel Alonso -qué bien nos lo pasamos con sus personajes, así en 7 Vidas como en la disparatada La familia mata- cuando se enfada. Porque se enfada y arde Troya, se enfada y se abre el Mar Rojo sin venir a cuento, se enfada y hay que salir corriendo. Avisados quedan. Pero se le pasa el enfado y, ¿milagro!, Anabel Alonso es un amor. Hoy, al frente del reparto que interpreta Nunca estuviste tan adorable, de Javier Daulte, se subirá al escenario del Teatro Villa de Molina. No queda una entrada en venta.

-Dice usted que no es «ni alta ni baja, ni guapa ni fea, ni gorda ni flaca». ¿Qué sí es usted?

-Pues... sí soy decidida, sí soy vital, sí soy animada, sí soy cabezota, sí soy resuelta, sí soy buena amiga y por, decir alguna cosa más, sí soy sincera, ¿qué tal?

-Qué joya, vaya.

-Es que lo de no tener abuela...; me pongo a piropearme y no paro, no paro y no paro. ¿Me pones un cortado, por favor, con la leche fría?

-¿Yo? Va a ser que no.

-¿Hablo con el camarero, a ver si con el café me espabilo un poco! Me he levantado a las ¿seis y media! de la mañana y ya noto que me patinan las neuronas...; pero sigamos a lo nuestro.

-¿Logró ser como soñó?

-Cuando yo tenía 16 años, me volvía loca soñando con que sería actriz, y la gente me conocería, y me lo pasaría muy bien... Así es que, realmente, se han superado muchísimo las expectativas que tenía. Me encanta mi trabajo, me siento valorada por el público, mis compañeros me aprecian...

-¿Coño, que es verdad que como no tiene abuela se lo monta usted muy bien consigo misma!

-Pues sí, aunque nunca se sabe lo que pasará, ay.

-No, claro, pero de momento parece que ha conseguido vivir a su aire.

-La verdad es que sí, y soy consciente de ser una privilegiada. En un 90% llevo la vida que quiero, así es que a mí ya me ha tocado el Gordo de Navidad. Nunca juego a la lotería, ni a nada, porque me parece que si lo hago sería una egoísta, una ansiosa y una acaparadora; en esta vida, yo ya voy bien servida.

-¿Tiene usted alguna idea de por qué la eligen en televisión para papeles de mujeres con una impetuosa sexualidad siempre a flor de piel? ¿Qué le han visto?

-¿Yo qué sé! A lo mejor es que como no tengo ningún sentido del ridículo, ni del pudor, ni de la vergüenza, se ve que dicen, pues mira, ella hará muy bien estos papeles de descaradas, de insustanciales y de poco conscientes de sí mismas.

-¿Y no se mosquea?

-En absoluto, porque yo sé que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

-¿Se divierte usted tanto con sus personajes como nosotros?

-Sí, sí, a mí me encanta ser actriz, y me dan un papel y ahí estoy yo comprometiéndome con él al máximo. Me gusta ponerme en la piel de otras personas y, aunque esto no se lo crean algunos, hacer algunas cosas que yo en mi vida no me atrevería a hacer ni muerta.

-Dicen que usted es un amor...
... qué gusto me da oírlo, hasta se me acaba de caer el cortado...

-...¿qué importancia le da a los afectos?

-Lo tengo muy claro: el mayor capital que podemos tener es el de los afectos. Y hay que cuidarlos mucho, hay que atenderlos porque son nuestra mejor inversión en la vida.

-¿A qué no le da ya apenas importancia o no le da ninguna?

-Ninguna, ninguna importancia, al qué dirán. Afortunadamente, con la edad se pierden algunas cosas, pero se ganan otras. Ya tengo muy claro que eso de querer gustarle a todo el mundo es una tarea imposible, agotadora e inabarcable; ya he desistido, y eso es muy importante porque nos pasamos muchos años en plan de caerle bien a todo el mundo, ¿qué cansancio! De muchos prejuicios y arquetipos de vida también paso bastante, pero de lo que sí que no paso es de intentar entender al otro y no juzgarlo.

Del mismo pueblo

-¿Cuándo se dio cuenta usted claramente de que la gente la considera como de la familia en cuanto la ven dos veces?

-¿La televisión es tremenda! Cuando yo estaba en la serie Los ladrones van a la oficina, que fue un gran éxito, iba por la calle y la gente me saludaba y me sonreía como si todos fuésemos del mismo pueblo y hubiésemos crecido juntos. ¿Unos saludos con una confianza y una familiaridad! Así es que me dije: Anabel, esto es lo que hay, mujer. Pero no me quejo, ¿eh! A los actores, no nos engañemos, nos encanta que nos miren. Si no es así, malo.

-Como no le gusta que le impongan nada, supongo que habrá tenido muchas veces que pararle los pies a alguien.

-Yo suelo coger el toro por los cuernos con energía, decidida, pero también con mucho sentido del humor. Procuro no ser una sota, no ser agresiva, pero dejo claro lo que quiero y a lo que estoy y no estoy dispuesta. Vamos, que tengo mano izquierda.

-¿De verdad que no volvería usted atrás ni por un minuto?

-No, no, no. No volvería atrás. Estoy muy contenta de todo lo que he hecho, de todo lo que he vivido...; soy lo que soy por lo que me ha pasado hasta ahora, no reniego de nada de lo que he hecho, de nada de nada, pero no volvería atrás. Hay que tirar para adelante, siempre para adelante.

-¿Qué la sedujo de 'Nunca estuviste tan adorable'?

-Muchas cosas: el texto es muy sorprendente, y mi personaje me pareció un reto. Interpreto a una mujer en dos partes muy distintas de su vida. En la primera, ella se cree la estrella, el eje del mundo y de la familia, el sol alrededor del cual giran todos los planetas. Y en la segunda parte, la vida no la ha tratado como ella esperaba y ha pasado a un segundo plano. Es un personaje fantástico para interpretar.

Hogar

En Nunca estuviste tan adorable, el espectador se encontrará con «un marido casi ausente, unos hijos adolescentes, una amiga íntima y una vecina que orbitan alrededor de una madre omnipresente y señora del hogar».

Así, Javier Dualte lleva a escena su propia novela familiar con el amor y el humor que la familia se merece, creando unos personajes que parecen intentar refugiarse del mundo exterior. Se trata de una obra sobre las relaciones familiares, que además, invita a reflexionar sobre la idiosincrasia de la clase media.

La historia de cualquier familia es una historia épica. Lo dice Javier Daulte, que ha convertido a su abuela en epicentro de Nunca estuviste tan adorable, la fotografía de un par de décadas en la historia de su familia con abuela «torbellino» de fondo. «Quiso ser una estrella de cine y acabó siendo una estrella de su casa», dice Anabel Alonso, puro nervio.

Ojeado en La Verdad.

This entry was posted on 10/12/2008 and is filed under , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.