El músico lorquino, autor de la guitarra de diez cuerdas, alcanzó fama internacional.

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De Marchena al resto del mundo. La guitarra fue el medio de transporte de este humilde campesino convertido antes de los treinta años en un virtuoso músico y reconocido internacionalmente por su sensibilidad interpretativa y por inventar la guitarra de diez cuerdas. Narciso Yepes García nació en Lorca el 14 de noviembre de 1927. Su primer instrumento de cuerda lo recibe siendo aún niño. No estaba al alcance de la economía familiar pero su padre, Agustín, optó por hacer un esfuerzo económico, como recuerdan las escritoras Eulalia Martínez y Maruja Sastre.

El pequeño Yepes concedió a su guitarra el título de inseparable hasta que el instrumento pereció bajo las posaderas de su padre. «El seco crujido de la madera, al astillarse, se apaga bajo el rasgueo quejumbroso que emiten las cuerdas al estallar y sucede un instante de silencio, que parece eterno, cuando todos, como petrificados, enmudecen mirando a Narciso». Su hermana se encarga de delatar al progenitor: «¿Acasico hecho, acasico hecho, el papá le ha roto el guitarrico al nene».

De nuevo el cabeza de familia toma una decisión que marcará el resto de la vida de su hijo, le regala la guitarra del abuelo. Con ella, recibió Narciso Yepes su primera lección. Después vendrían otros muchos maestros como el barbero Eladio Mena, Jiménez Puertas y Guevara.

La Guerra Civil obliga a la familia Yepes a trasladarse a Valencia. Narciso contaba entonces con 13 años. A esa edad, ingresa en el Conservatorio valenciano bajo la tutoría del pianista Vicente Asencio que le introduciría en el mundo de la orquesta. Pero las raíces tiran y la familia Yepes decide regresar al campo, a Marchena. En el año 1946 tiene lugar otro de los momentos esenciales en la carrera profesional de Yepes, su encuentro con el director Ataulfo Argenta. El joven Yepes tuvo que aguantar horas y horas frente a la puerta de la casa de la hermana del director hasta que éste se decidió a escucharlo. Un año más tarde, reproduciría , bajo sus órdenes, el Concierto de Aranjuez del maestro Joaquín Rodrigo en el Teatro Español.

Había conseguido atravesar el umbral del éxito. A partir de ese momento comienzan los viajes por Europa y los reconocimientos. En el año 1952 da el empujón definitivo a su carrera internacional con el arreglo que realiza de una vieja canción castellana para la banda sonora de la película Juegos prohibidos, de René Climent, premiada en los festivales de Cannes, Venecia, y con el Oscar a la mejor película extranjera. La melodía, conocida como Romance Anónimo, se ha convertido en una de las piezas de guitarra más populares.

En 1964 alumbraría su gran invento. Como él mismo señalaba, «en la guitarra de diez cuerdas ni cambia el timbre ni, en lo fundamental y trascendental, la técnica es distinta. Se trataba de superar la desigualdad resonancia que es el defecto de la guitarra de seis cuerdas. En mi guitarra de diez cuerdas se consiguen ligados impresionantes».

Su mujer, Marysia Szummakowska, fue su compañera hasta el final. Con ella se casó en el año 1958 y con ella tuvo tres hijos. A partir de 1993, el lorquino comienza a limitar sus apariciones públicas. Su último concierto fue en Santander el 1 de marzo de 1996. La muerte le sobrevino el 3 de mayo de 1997. Todo el país lloró la desaparición del músico. Sus cenizas fueron esparcidas, como era su voluntad, en el monasterio de monjas cistercienses de Buenafuente del Siscal, en Guadalajara.

De él, periódicos internacionales como The Washington Post comentaron: «Narciso Yepes, un hombre pequeño con una guitarra grande, llenó el escenario con la magnitud de su talento, tocando su especial guitarra de diez cuerdas». El éxito no le abrumaba, ni le alteraba. «Intento aceptar y desarrollar en la medida de mi capacidad. La respuesta de un hombre, consciente del don recibido, creo que es conocer lo que ha sido dado y transmitido desde su servicio a los demás. Hace ya casi medio siglo que procuro hacerlo con mi guitarra».

Yepes cuenta en su haber con numerosos nombramientos y distinciones. El 6 de octubre de 1964 es nombrado Hijo Predilecto de Lorca. El 21 de noviembre de 1977 es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia. El 1 de diciembre de 1977 el Pleno decide inscribir su nombre en la placa de lorquinos ilustres. En 1978 es nombrado Hijo Predilecto de la Provincia. El 23 de diciembre de 1981 se le concede la Medalla de Oro de la Ciudad. En 1986 el Ministerio de Cultura le concede el Premio Nacional de Música por «su densa y fecunda labor como instrumentista». En 1989 es elegido miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Un colegio, una calle y el Conservatorio de Música llevan su nombre. No podía ser de otra forma. La educación era su premisa: «Amo la vida en todos sus aspectos y enseñar es el mayor sentido de la esperanza».

Ojeado en La Verdad.

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