El desierto lorquino.
2/10/2009 | Author:

El déficit de vegetación y población es parte del encanto de la diputación de Barranco Hondo.

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Peculiaridad del terreno de Barranco.

Bienvenidos al desierto lorquino. No está demasiado lejos del casco urbano de la capital y seguro que pasan a menudo por allí. Se sabe donde acaba, en el límite con el término municipal de Aledo, pero resulta bastante difícil establecer en qué cruce de la carretera de Caravaca tiene su puerta de entrada. Hace frontera con pedanías como La Hoya, Tercia, Río y Torrealvilla. Su localización se hace complicada por esa extraña manía de no señalizar las diputaciones del municipio. Es una asignatura pendiente.

Barranco Hondo es una de esas zonas que a simple vista no dicen nada. La población es prácticamente inexistente y la vegetación también. Sus desérticos solares están ocupados, en parte, por inmensas naves, fábricas y demás elementos del tan antiestético ecosistema industrial. Sólo hay 81 personas censadas y la densidad de población no supera los dos habitantes por kilómetro cuadrado. De las 81 personas residentes en este espacio del municipio, 53 son varones, lo que supone una altísima tasa de masculinidad, en torno al 189%.

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Edificios de las antiguas minas de azufre.

Pero eso, a simple vista. Adentrándose un poco por caminos de tierra y dejando a un lado el asfalto y la zona industrial, se puede disfrutar del entorno, eso sí, totalmente seco. Las montañas aparecen totalmente peladas y el esparto es la única vegetación que las adorna. La zona tiene escaso valor agrícola por la composición de los suelos.

Aún permanecen en pie restos de elementos del patrimonio hídrico del municipio como un acueducto. Bajo los arcos de piedra no discurre mucha agua pero sí un pequeño riachuelo en el que con un poco de suerte se puede disfrutar del paseo de algún pequeño ave.

Entre las toscas laderas las grajillas han elaborado innumerables nidos. De momento son los únicos habitantes de la zona porque el pastor, habitual también, ha decidido no presentarse hoy aunque resulte común verlo acompañado por su rebaño.

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Restos de un acueducto.

Esparcidos y alejados entre sí, aún quedan restos de antiguos caserones. La mayoría de ellos están totalmente abandonados y pocas estructuras se mantienen en pie. Algunos propietarios han optado por recuperar los inmuebles heredados y convertirlos en segundas residencias.

Decimos que son pocos los habitantes pero muchos los lorquinos que pasan por la zona. El ir y venir de vehículos y camiones es constante. La mayoría de los conductores se quejan del mal estado de una de las carreteras de la zona, la que llega hasta Zarzadilla de Totana. Algo de razón tienen. Está totalmente parcheada y además en las cunetas habita en exceso la basura.

Condenados al abandono están los edificios de las antiguas minas de azufre que aún hoy están visibles en la pedanía de Barranco Hondo. Los inmuebles aún están en pie, pero salvo que se tenga conocimiento de ello, pocos lorquinos las reconocen.

También en Barranco Hondo se encuentra la planta de gestión de residuos de la empresa municipal de limpieza, Limusa.

Fisgoneado en La Verdad.

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