Explicar qué contiene lo que incluye en La gracia del olvido, el libro que acaba de publicarle el grupo poético Espartaria, le resulta difícil a María Ramona Molina Pinar. Piensa que a través de sus poemas existe un hilo conductor de lo que llama metafísica de la pregunta, el paso del tiempo, quiénes somos, hacia dónde vamos, y si esto o aquello merece o no la pena. Pero no demuestra un sentido pesimista, sino una especie de vitalismo, que se niega a caer ante las preguntas claves, que no parecen tener solución.
- ¿No piensa que todo esto es muy complicado para expresarlo a través de poemas?
- Sí, es complicado y no sé si habré sabido explicarlo con la mayor nitidez, pero los poemas surgen de esa inquietud. Si luego se expresan mejor o peor es otra empresa.
- ¿Cuantos libros ha publicado?
- He escrito opúsculos y algunas colaboraciones, pero éste es el primer libro en serio, en el que hay una parte que recoge poemas más intimistas, en los que surge el planteamiento metafísico; en una segunda parte se incluyen poemas más modernos, aunque siempre con el hilo conductor de las preguntas, e incluso con una métrica del ritmo que se relaciona con la primera parte, pero que son frutos de mayor madurez.
- ¿Y le han surgido con facilidad?
- No todos los poemas nacen con soltura. Hay que trabajarlos una y otra vez. Escribir, si no se se tiene algo de oficio, no va a ninguna parte solo con la inspiración. Se puede tener facilidad para una escritura rápida, que necesite pocos retoques, pero hay momentos en los que se resiste la idea y su expresión. La verdad es que yo he experimentado en este libro poca resistencia a la expresión de la idea.
- ¿Por algo en particular?
- Quizá porque tenía asimilada la mecánica de la forma. Cuando se encaja esto a la idea, todo fluye mucho mejor que si se está componiendo una forma nueva o una métrica que no se maneja bien, una idea que se escapa...
- ¿Por qué unos poemas son más intimistas que otros?
- Acaso por el planteamiento de fondo, pero de fuera me fluye el planteamiento vivencial del ser humano, ver la vida y los estragos que ocasiona la vida, y ver en qué acaba resumiéndose.
- ¿Hay otros poetas que la hayan marcado, a la hora de escribir este libro?
- Hace poco me hicieron una pregunta parecidísima. Y dije que influencias, todas o ninguna. Yo soy una lectora de poesía, pero no una lectora compulsiva de poesía. Leo mucha más novela y narrativa, y, si me apura, teatro, entre otras cosas porque también lo hago. Pese a todo, es evidente que dentro de esa lectura de poesía tengo mis favoritos. ¿Que me influyan? Todos o ninguno. En el fondo, cada cual escribe con su propia voz.
- ¿No tenemos demasiados poetas?
- Siempre los ha habido; lo que sucede es que también siempre han estado ocultos. Yo creo que en todo ser humano hay un poeta o, por lo menos, un embrión de poeta. Ojalá que muchos pudieran publicar. Sucede que la poesía es un poquito como la Cenicienta de los géneros literarios en cuanto a capacidad de convocatoria, de lectura y de aceptación. Quizá haya más poetas que lectores de poesía.
- Pero parece que la poesía que se hace es muy fácil. Nadie hace un poema con rima, como los grandes poetas.
- Es una controversia que surge siempre. Un poema no lo es, si no tiene ritmo y si ese ritmo no se lo produce una métrica de determinadas formas. Pero las tendencias, desde hace mucho tiempo, son mantener el ritmo, y huyen de la rima. Ya en la Generación del 27 hay autores con mucho ritmo, pero no necesariamente con rima. Aún así, yo creo que la rima no pasará nunca de moda. Creo que el soneto siempre se escribirá con rima.
-¿Todo eso lo defiende como poetisa o porque es técnica en la materia
-Yo soy profesora de Geografía e Historia, pero la literatura siempre ha sido una opción que he seguido muy de cerca. Además, pertenecer a un grupo como Espartaria, en Lorca, te ayuda a conocer la teoría y la práctica.
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