El pintor Pedro Cano protagonizó ayer en Blanca el acto de presentación de los patronos de su Fundación, cuya original sede empezará a construirse este año.
Fue un día extraño, de contrastes, de emoción y de nostalgias. «Está siendo un día muy feliz y, también, un día triste...», decía el pintor Pedro Cano, que este año cumplirá unos endemoniadamente increíbles 65 años, mientras sobre Blanca, su pueblo, caía un frío de espanto sobre el valle y las casas. Por la tarde, casi negra y muy silenciosa, con un silencio de corazón de invierno, se presentó públicamente el patronato de la Fundación Pedro Cano, del que el pintor es presidente; el director general de Bellas Artes, Enrique Ujaldón, es vicepresidente; y Antonio Gómez Fayrén, uno de los políticos del PP murciano más respetados, es secretario.
Los miembros del patronato y el pintor estuvieron comiendo felizmente antes de su encuentro con la prensa, y Pedro Cano estuvo en su línea de excelente y cordial relaciones públicas, pero tanto para él como para sus hermanos, Jesús y Pepe, la jornada estaba resultando agridulce por las ausencias irremediables en un día tan señalado: las de sus padres. De hecho, Cano nombró incesantemente a su madre, con tristeza, con admiración, haciéndola presente en todo momento. «Es un día que a ella le hubiera hecho mucha ilusión, y no te acostumbras, aunque pasen los años, a que no está...».
También el alcalde Rafael Laorden (PP) se mostraba satisfecho y encantado: «Hoy empezamos ya a hacer historia». Para él, haber hecho realidad que Blanca cuente con la Fundación Pedro Cano es «el mayor de los logros». Un logro que, según Gómez Fayrén, que hizo gustosamente de profeta, dará buenos frutos: «Con esta Fundación, Blanca se convertirá en lugar de visita obligada para todos los que aman el arte».
Una Fundación -cuya sede principal empezará a construirse este año, según el alcalde, con el fin de que pueda inaugurarse «en el primer trimestre de 2011»- que albergará las obras de exposiciones y otros trabajos que han sido claves en la trayectoria de Pedro Cano: Clausuras, Ad Portas, Las ciudades invisibles y Secuencias, así como todos los cuadernos de viaje -unos cien con alrededor de dos mil dibujos-, que el artista de Blanca ha ido creando mientras devoraba el mundo inmerso en un afán viajero que le ha proporcionado riquezas incontables en forma de placer y experiencias.
Espacios
El presupuesto previsto de la Fundación gira en torno a los nueve millones de euros, y en estos momentos ya se ha adquirido -600.000 euros aportados por el Ayuntamiento blanqueño- un viejo almacén de frutas que se convertirá en uno de los edificios de la Fundación, que se fusionará con otro de nueva construcción atendiendo al discreto y elegante proyecto ideado por el arquitecto italiano Silvano Tacus, elegido directamente por Pedro Cano. La acogedora Casa Azul, una de las propiedades familiares más queridas por el pintor, formará parte también, con todo el despliegue de selectos objetos adquiridos durante décadas de compras y viajes, de los bienes patrimoniales de la Fundación.
«Quiero que mi Fundación sea un lugar de belleza, paz y convivencia», indica el artista. «Blanca es el corazón del Valle del Ricote, un lugar en el que convivieron en armonía las tres culturas. Queremos contribuir, además de al disfrute del arte, a la convivencia entre los pueblos», añade Pedro Cano, quien lamenta que «hoy, nada sabe a nada. Mi apuesta es por la calidad y por hacer las cosas con el máximo esfuerzo y entrega. Hacer cosas que sean de verdad».
Una Fundación que sea «un espacio multicultural» que cuente con salas de exposiciones, espacio para talleres, biblioteca y un pequeño auditorio. Fue un día alegre. Fue un día triste. Cuando el pintor contemplaba la hermosa imagen de su pueblo desde lo alto, buscaba con la mirada las pisadas en el recuerdo de su seres (más) queridos.
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