La fotógrafa manchega muestra en Murcia, en el Espacio Molinos del Río-Caballerizas, la exposición 'España, fiestas y ritos', una de sus colecciones más apreciadas y reconocidas.

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Habla con pasión, con convencimiento; fotografía de igual manera. Lo más llamativo de Cristina García Rodero (Puerto Llano, Ciudad Real, 1949) son sus ojos: vivaces, lúdicos, resplandecientes. Chica Magnum. La mirada del adicto a mirar, que no tiene nada de asombro, que es casi invisible -la mirada discreta-. Ayer presentó en el Espacio Molinos del Río-Caballerizas España, fiestas y ritos. Un total de 119 vitales imágenes realizadas entre 1973 y 1993. Fotografías con ruido de fondo, con pólvora, risas, bullicio, fuego, incienso, cascabeles… . Debería estar en Etiopía, pero ayer Cristina García Rodero - «una manchega que se siente mediterránea»- estaba en Murcia, mirándolo todo, feliz de que la ciudad esté en fiestas, de poder beberse unos jumillas, de ver bailar por las calles. Feliz con algo que a ella le hace feliz: «lo espontáneo».

- En sus imágenes el tiempo es extraño: es un presente indefinido.

- Las fiestas son excepcionales y eternas y por esa razón parece que el tiempo se ha parado. Las fiestas hablan de nuestros orígenes, de nuestra riqueza cultural, de la variedad y la diversidad, y de nuestra forma de comportarnos. Muchas fiestas son una dramatización de la historia. Este trabajo me convirtió en reportera.

- ¿Las fiestas nos enseñan muchas más cosas de lo que parece?

- Nos hablan de la gente, de la economía de una zona determinada, de arte, de la historia. Si hay dinero, hay fiesta; si no hay jóvenes no hay fiesta. Es un reflejo de la vida y del país.

- Y, después de haber recorrido toda España para realizar este trabajo, ¿le gusta este país?

- Sí, mucho. He podido visitar lugares con los que ni tan siquiera había soñado como Etiopía, India, Filipinas o Tailandia; y cuanto más viajo más me gusta España. Me gusta la calidad de vida que hay aquí, la creatividad y la alegría del español. Al español le gusta compartir y la fiesta es el reflejo de esa actitud en grado superlativo.

- ¿Qué es lo mejor de los españoles?

- Es generoso, le gusta divertirse y es creativo; en ocasiones es capaz de tirar la casa por la ventana.

-Y, ¿lo peor?

- La mala educación. El vino saca lo peor de nosotros, en ese tirar la casa por la ventana hay gente, siempre una minoría, que no tiene límites. No me gusta nada la violencia ni ese sentido de grupo que hace que algunos pierdan su identidad. Detesto ese tipo de gente que pega patadas a un toro muerto.

- ¿El fotógrafo es un curioso, un testigo, un entrometido?

- Un absoluto entremetido, pero al mismo tiempo es un notario y también un ser privilegiado porque vive en primera línea. Fotografiar consiste en desear fotografiar, en aproximarse a todo. Yo he vivido un tiempo excepcional de España, un país que quería cambiar pero que necesitaba descubrirse a sí mismo. Yo he sido muy feliz pese a todas las dificultades que he tenido: las carreteras eran pésimas, no tenía dinero para comprarme un coche, las fotografías las realizaba en mi tiempo libre y durante las vacaciones, el material era caro y enterarse dónde había una fiesta singular era muy complicado. Mis mejores informadoras eran las maravillosas telefonistas y los taxistas, e incluso la Guardia Civil y los curas. Ahora todo está en Internet, pero en los años 70 no había nada. Pero luego llegaba a un pueblo perdido y me invitaban a desayunar o me ofrecían alojamiento sin conocerme de nada, incluso me nombraban por el altavoz y siempre me daba mucha vergüenza aquello de 'hay una fotógrafa que ha venido a visitarnos, que suba al escenario'. Yo soy bajita y me han subido a hombros para poder sacar una foto, lo que no deja de ser una situación extraña. Esa España generosa yo la he vivido, quizá ahora todo ha cambiado.

- ¿En qué?

- Quizá era una España más pobre, pero mucho más generosa; más inculta, pero quizá más honesta. Era un país menos enterado de cómo funcionaba el mundo. Ahora hay más dinero, quizá las fiestas, en muchos lugares, han perdido su intimidad y quizá su autenticidad.

- ¿Es muy festera?

- Soy alegre, cada vez menos, por desgracia. Me gusta bailar. He pasado envidia realizando este trabajo porque yo iba a trabajar y no podía meterme en el bullicio. Este trabajo me lo he pagado yo, de tres mil reportajes, dos mil ochocientos han salido de mi bolsillo, y no me podía permitir el lujo de que algo se me escapara..., y si se me escapaba me sentía muy mal porque no había sido una buena profesional y no había estado en el lugar exacto.

- Son 119 fotografías las que componen Fiestas y ritos, ¿119 de cuántas fotografías?

- Yo tengo un problema de archivo tremendo..., ya no me entrar en ningún sitio. Hay días que todo sale bien y días que son un desastre. Depende del estado de ánimo, de los demás, de cómo te reciben... La agresividad me bloquea, no soporto que me recriminen. Las fotografías que aprovecho para libros y exposiciones es un diez por mil de las que realizo. La imagen buena, la que es expresiva, la que aporta algo, la que tiene tu estilo..., esa es dificilísima.

- ¿Qué es la belleza?

- Algo totalmente subjetivo. Yo puede encontrar belleza en algo que los demás pueden considerar feo. Hay gente poco agraciada con una alegría especial y para mí esa persona es hermosa. Los caballos me parecen hermosos, el fuego y el agua son dos constantes que siempre aparecen en mi obra. Tengo previsto realizar un libro sobre al agua. ¡Hay tantas cosas que hacer y que fotografiar y sólo tenemos una vida! La belleza la encuentro en la ternura, en el color, en la armonía..., en eso que llamamos autenticidad.

- ¿Cuál es su primera fotografía?

- Tenía once años. Mis hermanos vestidos de indios. Los disfrace yo misma en la playa con unas plumas de gallina.

- Y, ¿la última?

- ¿De dónde acabo de regresar...? Del carnaval de Santiago de Cuba. Quiero hacer un libro sobre Cuba, un país en el que comencé trabajar con motivo de la visita del Papa. Es un país apasionante, pese a todo y pese a los larguísimos y tediosos discursos de Fidel Castro.

- ¿Cómo se lleva eso de ser una chica Magnum?

- ¡Yo qué sé! Nunca fue mi sueño. Es extraño. He visto sufrir a muchos compañeros porque su sueño era entrar en Magnum. Me ha sorprendido que hayan sabido valorar una mirada diferente. Los cuatro años anteriores fueron bastante angustiosos. Yo entré de meritorio o de monje, que no lo sé muy bien, en 2005, y éramos cuatro de los 150 que se habían presentando. A los dos años echaron a uno y otro le dieron un año más de prueba; al final he entrado yo sola. Una vez dentro es como si me hubiesen quitado una losa porque ya no me tienen que juzgar. Yo no hago fotos de actualidad y no doy en perfil de Magnum; soy una chica española que hace fotografías de fiestas, que busca la ternura y el sentido del humor en sus imágenes ¿A quién le interesa publicar eso?

- Pues parece que sí interesa.

- Yo creo que me han escogido por rara, por ser un bicho raro, por ser tan particular y tan peculiar, por haber sido siempre independiente y haber hecho fotos siempre con mucha sinceridad y con mucha honestidad. Yo nunca he tenido que contentar a nadie, he sido libre porque yo me he pagado mi trabajo. Eso es positivo, pero también tiene algunos aspectos negativos: he ido muy sola por el mundo y la vida. Lo que espero con mi nombramiento en Magnum es que los fotógrafos españoles, sobre todo las mujeres, piensen que se pude llegar allí; hay que atreverse. Me siento feliz de estar entre esos sabios. Además entrar en Magnum soluciona ese problema que tienen todos los fotógrafos: ¿qué pasará después con la obra y con los negativos, dónde irá a parar?

- ¿Si volviera a nacer, volvería a ser fotógrafa?

- Sí, creo, que sí; pero son tantos y tantos los sacrificios que hay que hacer que en ocasiones me pregunto si no me he equivocado. Me gusta el que arriesga y el que es apasionado, el que se deja la piel en el camino. Mi sobrina que tiene 20 años quiere ser fotógrafa y yo le digo ¡entérate de lo que es este mundo, es lucha continua, se dejan tantas cosas atrás, hay que sacrificar tanto! Desmoñada, malpeinada, malvestida, cargando maletas, cansada en medio de una fiesta mientras los demás disfrutaban. Cuántas veces me he dicho: ¡Eres gilipollas Cristina, eres gilipollas! Pero al día siguiente ya estaba de nuevo en ruta. La confianza, el tiempo, la prudencia, la cultura, la generosidad, la honestidad..., sólo con eso se logra hacer una obra sólida.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 9/10/2009 and is filed under , , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.