La Fuensanta 'arrebató' el patronazgo a la antigua patrona de Murcia porque traía la lluvia cada vez que se lo imploraban.

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Imagen de la patrona según una fotografía de 1903. Porta el bastón de generala.

Es cierto, como reza la máxima antigua, que Dios quita y pone reyes; en Murcia quien pone y quita santos es el agua. O la falta de ella. Si no, que se lo pregunten a la Virgen de la Arrixaca, seis siglos patrona de Murcia, y apartada de su glorioso cargo por la Fuensanta, que de ahí quizá le nazca su rostro de picardía.

La imagen de la Arrixaca ya era venerada por los cristianos que habitaban el antiguo arrabal (que de ahí proviene el nombre de la advocación). La talla románica del siglo XIII había sido entregada a Murcia por Alfonso X y glorificada por el Rey Sabio en varias de sus famosas Cantigas. Estaba bajo la custodia de los frailes agustinos. Y así se mantuvo durante muchos años hasta que, entrado el siglo XVII, la sequía, esa hermanastra borde de la ciudad, amenazó con arruinar la huerta y a cuantos en ella malvivían. Los murcianos decidieron entonces celebrar rogativas con Nuestro Padre Jesús Nazareno, hoy titular de la cofradía del mismo nombre, con las reliquias de los Cuatro Santos y con la Arrixaca.

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El santuario del monte, en una fotografía de hace un siglo, con torres diferentes a las que hoy conocemos.

Las plegarias fueron en vano y el pueblo desesperaba. Entonces, el Cabildo de la Catedral recordó que allá en el monte, entre oliveras y maticas de tomillo y romero, existía una imagen llamada Fuensanta, fuente y santa. Hasta el nombre le era favorable. Las crónicas relatan que el mismo día en que fue traída a Murcia un temporal de nieve empapó la tierra ya reseca.

Desde la época romana eran conocidas las fuentes del monte, entre las que destacaba una por el espléndido sabor de sus aguas, que pronto adquirieron fama de milagrosas. De aquí la denominación de la fuente. Una de las primeras referencias a la Virgen está fechada el 19 de febrero de 1.429, en una acuerdo sobre la «Donacion hecha por el Concejo de la huerta y árboles de Santa María de la Fuensanta con el agua de ella». En otra acta del Cabildo fechada el 13 de octubre de 1522 ya se hace referencia a la pequeña ermita que ordenó levantar el obispo junto al manantial y la imagen que allí recibía la visita de miles de peregrinos.

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Uno de los arcos que recibían a la Morenica en su traslado a Murcia.

Los partidarios de entronizar a la Fuensanta, encabezados por el Cabildo y la orden capuchina, visto el supuesto milagro de la lluvia, redoblaron sus fuerzas frente a quienes defendían a la Arrixaca, capitaneados por los agustinos. Era sólo el comienzo de lo que devendría en una gran polémica. De nuevo, en 1702, otra sequía apremió a los murcianos a suplicar agua a su patrona oficial, que recibía culto en San Andrés. No tuvieron éxito y se decidió procesionar otra vez a la Fuensanta, lo que provocó otra sorprendente nevada.

En el año 1731, ante estos y otros prodigios, la Fuensanta fue nombrada patrona de Murcia y su huerta. El periodista Martínez Tornel añadiría otra razón para el cambio: «Creemos que la antigua patrona dejó de serlo por el nombre, que no dice nada a la fe y al sentimiento, aunque diga mucho para la historia».

Desde su proclamación, la imagen regresó periódicamente a la ciudad, aunque nunca se establecieron días concretos para la llegada y la partida. Se sigue la antigua máxima de que «un jueves la traen y un martes se la llevan», con la única precaución de trasladarla a Murcia el jueves anterior a su festividad. El martes siguiente regresa al monte arropada por miles y miles de fieles, creyentes y no tanto, en una de las romerías más espectaculares de España. Romería que se extiende a la víspera cuando los alrededores del santuario se cuajan de gentes que aguardan el amanecer y la llegada de la patrona, siempre recibida entre aromas -porque lo son- de arroces con conejo y caracoles.

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Miles de murcianos arroparon la coronación de la Fuensanta, sobre el Puente Viejo, hace ahora un siglo.

José Antonio de la Riva, en su Historia de Nuestra Señora de la Fuensanta, de 1819, describe uno de los acontecimientos más curioso que ha protagonizado la imagen: su nombramiento como Generala del Reino de Murcia, el 27 de mayo de 1808, durante la Guerra de la independencia: «Cuando sonó el grito de la Independencia, se nombraron juntas en todas las provincias y en Murcia se constituyó con todas las autoridades, entre ellos José Moñino, conde de Floridablanca [.…] allí se acordó por la comisión reanimar al pueblo, traer a la Virgen a la Catedral y nombrarla generala de Murcia y su reino.

La faja y el bastón de mando, que donó un general auténtico, pasarían a convertirse en nuevos símbolos de la imagen, que aún conserva. La patrona sería coronada en 1927, sobre el Puente Viejo, el mismo que cruza galana cada septiembre para recibir el saludo de la Virgen de los Peligros y de su campana, ancestral rito recuperado felizmente por el programa Murcia que se fue, y proseguir su camino hacia el monte.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 9/16/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.