'La Mora' atesora en su bronce de 7 siglos un remoto conjuro y un extraño símbolo pagano.

La llaman La Mora o la campana de los Moros, aunque es bien sabido que los moros no tenían campanas, y lo más cerca que estuvieron nunca de ellas fue debajo, acarreándolas sobre sus hombros, entrando como cautivos a las ciudades que los cristianos les arrebataban. Pero, pese al error en el nombre, su voz ha traspasado siete siglos de historia hasta convertirse en una de las campanas más antiguas de España. La más vieja si tenemos en cuenta la inscripción: Año 1383. Su sonido es el mismo que escuchaban en aquella época las gentes del Reino de Murcia. La campana es el único instrumento que puede producir el mismo sonido con el paso del tiempo.

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La torre de la Catedral, con sus míticas campanas, en una foto de principios del siglo pasado.

La Mora pesa unos 250 kilos, tiene un diámetro de 76 centímetros y un metro de altura. Presenta dos fajas o anillos con inscripciones, una en la parte superior y otra en la inferior. En el año 2002 se hizo en Holanda una réplica de la pieza, cuyo original se expone en el Museo de la Catedral, en el mismo vestíbulo de entrada. La obra fue un regalo del Rey Juan I. Hay autores que aseguran que así conmemoró la celebración de sus bodas con Doña Beatriz de Portugal en mayo de 1383. Tan limpio y sonoro era el timbre de la campana que es probable que se utilizara en su aleación una notable cantidad de plata.

Los historiadores, según la costumbre extendida, no se ponen de acuerdo en explicar porqué a esta campana se la llamó La Mora. Unos señalan que acaso porque su cometido era alertar a la ciudad de las incursiones de los moros, antes de convertirse en la campana oficial de los conjuros. Otros, en cambio, creen que los vecinos del común le otorgaron ese apelativo ante la ignorancia de saber descifrar aquellas extrañas fórmulas y dibujos grabados alrededor de la pieza. Y no les faltaba ninguna razón.

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La campana, con sus misteriosas inscripciones.

La campana lleva inscrita la siguiente leyenda en latín: Ecce signum, fugite partes adversae, vicit leo de tribu Judá, radix David. Aleluya. Su traducción, más o menos libre, viene a ser: «He aquí el signo (de la cruz). Huid enemigos (del alma, mundo, demonio y carne). Vence el león de la tribu de Judá (Nuestro Redentor) Cristo». El año que figura en el bronce es el 1421 de la Era Hispánica, lo que obliga a restarle 38 años, ya que dicha Era se empieza a contar ese tiempo antes de Cristo.

El significado

Pero ¿qué significa exactamente esa leyenda? En concreto, corresponde a una antífona, que es un breve pasaje, tomado de la Sagrada Escritura, que se canta o reza antes y después de los salmos y de los cánticos en las horas canónicas, y guarda relación con el oficio propio del día. ¿De qué día? Pues del 3 de mayo, festividad de la Invención de la Santa Cruz. Así, es evidente que la leyenda se fundió en la campana a modo de exorcismo, para espantar del reino malos espíritus, epidemias o calamidades naturales.

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Sorprendente noticia en 1922.

Para reforzar esta teoría y la intención de los fundidores, la campana muestra también una estrella de cinco puntas, el legendario pentagrama de la Estrella de David, utilizado desde los sumerios como símbolo protector. De esta forma, las tres culturas que ayudaron a forjar la idiosincrasia de los murcianos se dan la mano en la fundición de la pieza, que bien pudo diseñarla un judío y dejar la marca de su religión, fundirla un musulmán y voltearla un cristiano. Teorías aparte, lo cierto es que desde el día de la Santa Cruz hasta el 14 de septiembre, la Exaltación de la misma, se realizaban los conjuros desde la torre de la Catedral. En ellos intervenían tres campanas a dúo y luego tres en conjunción. De esta forma se rezaba para obtener la bendición de la cosecha y el alejamiento de tormentas y granizos.

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Fuentes y Ponte dibujó los curiosos símbolos.

Estos toques, que a pesar de ser únicos en España los dejamos perder sin pestañear siquiera, se realizaban a las siete, siete y cuarto, once, once y cuarto de la mañana y cinco y cinco y cuarto de la tarde. Luego, el 14 de septiembre, se producía una estampa curiosa: los toques alegres de una banda de música encaramada en los balcones de la torre. Estas costumbres, si el destino las hubiera establecido en otros países no muy lejanos, a estas alturas serían casi fiesta nacional. Pero aquí, con el calor que hace, ni nos preocupó ni nos altera ignorarlas.

La campana lleva inscrita en latín la leyenda 'He aquí el signo de la cruz. Huid enemigos. Vence el león de la tribu de Judá, Cristo'

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 9/15/2009 and is filed under , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.