«Con el instrumento te expresas como en una relación amorosa», afirma esta docente del Conservatorio, quien admite que entre algunos pianistas existe cierto divismo.

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La humildad y sencillez, dulzura de su personalidad y esfuerzo por salir adelante en un medio social alejado de la ciudad, lo ha compensado formándose como mujer luchadora, buscando sus propios maestros. Isidoro de la Ossa le transmitió la pasión por el piano, «él me hizo pianista» dice Eva María Marín Olmos. Otros maestros que han calado en su vida profesional han sido Julián García y Emmanuel Ferrer. Ha concluido con matrícula de honor los ciclos medio y superior de piano; también es premio extraordinario de fin de carrera. Actualmente es profesora en la Escuela de Arte Dramático y el próximo curso se estrena como docente, en el Conservatorio Superior de Música de Murcia.

- ¿Cuántas teclas tiene un piano?

- Ochenta y ocho.

- ¿No le parece un número erótico?

- Existen otros peores, pero éste también puede practicarse bien, pues la relación pianista e instrumento puede llegar a ser muy intensa. Te expresas como en una relación amorosa, con otros números de práctica, a lo mejor no llegas al orgasmo, pero en la puesta en escena intentas buscar una catarsis en el público, e incluso estudias el momento exacto y preciso que quieres que exista ese clímax colectivo.

- ¿Y en ese momento culminante no se escapa ninguna tecla de la máquina o alguien del público suspira fuera de tono?

- El público suele ser muy correcto y contiene sus emociones hasta el final de la obra, cosa que, por ejemplo, en el jazz no ocurre. Y, respecto a la tecla, nunca ha saltado de su sitio, pero sí alguna cuerda, y además precisamente en ese momento orgásmico.

- ¿Cómo es posible que ocurra tal barbarie?

- Simplemente porque el acero se agota; al tocarle muchas horas seguidas se carga excesivamente de energía y sale disparado.

- ¿Le gusta cambiar de instrumento?

- En absoluto. El gran problema de los pianistas es que no podemos transportar nuestro instrumento, por lo que tienes que adaptarte en cada concierto a un instrumento nuevo con unas características distintas al que siempre estás tocando; si bien, siempre dispones de un tiempo previo para hacerte con él.

- No es su caso, pero he observado que los pianistas, por lo general, tienen un cierto ego algo subido de tono. ¿Es cierta mi apreciación? ¿Por qué ocurre?

- Lamentablemente es cierta su apreciación, pero no en todos los casos ocurre. Esto se debe al virtuosismo provocado en el siglo XIX. Anteriormente todo maestro de música dominaba el teclado, pero poco a poco se fue especializando y se hizo más virtuoso y más difícil. Todo ello fue a partir del pianista Liszt. Él fue el primer virtuoso, y era algo tan impactante que se veía con normalidad en su época el considerarle por las alturas, como usted dice. Le consideraban incluso casi divino.

- ¿Hasta tal punto puede influir en la personalidad un instrumento?

- El instrumento efectivamente te marca una personalidad, pues ello ocurre también con otros. Los grandes virtuosos del siglo XIX se consideraban como los tres soles. Hoy en día aunque, en cierto sentido, tu instrumento te puede marcar tu personalidad, es cierto también que puedes ser pianista y elegir ser humilde o no serlo. Afortunadamente muchos músicos ya han superado este problema.

- Perdone, pero cotilléeme un poco, ¿Quiénes son los que van de soles por la vida?

- El director de orquesta, el concertino y el pianista. Sean del sexo masculino o femenino.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 9/02/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.