En el concurso de los pueblos de Murcia, Molina de Segura da más de lo que pide y es una ciudad que no ha pretendido nunca imponer su credo a nadie.

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El profesor José María Jiménez Cano ha sido el pregonero de las fiestas patronales de Molina de Segura. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia y en Lettere (indirizzo moderno) por la Universidad de Bologna, ha desarrollado sus tareas docentes e investigadoras en las universidades de Málaga, Alicante y Murcia. Desde enero del 2002 desempeña el cargo de decano de la Facultad de Letras. Lo religioso y lo profano se mezclaron en un pregón que, por segundo año, se leyó en el Teatro Villa de Molina

-¿Qué ha supuesto para usted ser el pregonero de las fiestas de Molina?

-La oportunidad de presentarme antes mis vecinos para contar lo que uno ha visto de niño y de joven, cantando y halagando a mi pueblo. Hay una distancia muy grande entre el pregonero que viene de fuera y el que viene del pueblo. Y en este caso la condición es que uno tiene que hablar en primera persona y he procurado orquestar un instrumento de cinco o seis cuerdas para entonar un recorrido por mi experiencia personal y familiar, además de hablar del presente y del futuro.

- ¿Qué recuerdos destaca de su juventud y de su niñez?

-De una forma arriesgada por mi parte, me he erigido en portavoz de la generación nacida entre 1950 y 1956, aquellos que vivimos la transición democrática y disfrutamos los sueños de nuestros padres. Fue una generación comprometida en los movimientos de renovación pedagógica, asociaciones de vecinos y de padres, sindicatos, partidos...

-Cuando se habla en primera persona, resulta irrenunciable hablar de la familia...

-Me gusta presentarme como un mestizo, hijo de madre molinense de la calle Garrucha y de padre del Llano de Molina. Por un lado, la devoción mariana de mi familia materna. Puse el ejemplo de mi bisabuela, Valeriana, quien estrenó la cárcel durante la II República al colocar en la fachada de su casa la cruz; y de mi abuela Encarnación que, durante todos los meses de mayo, celebraba la flor de mayo en su casa con las vecinas. Del otro lado, mi familia paterna, laica y de espíritu cantonal. Mi abuelo José María Gamarra, si levantara la cabeza, no dudaría en decir que Molina son los ensanches industriales del Llano.

-¿El carácter acogedor de Molina sería su principal seña de identidad?

-Molina es una ciudad que no tiene uniforme y nunca ha pretendido imponer su identidad ni su credo a nadie. Es de las ciudades más integradoras. Pese a su imagen dinámica, no tiene una estampa posesiva.

-En su pregón destacó que la noria del parque de la Compañía es la imagen emblemática de su municipio

-Esta imagen tiene fuerza como símbolo. Molina como metáfora de la rueda de la fortuna de su historia vertiginosa. En el concurso de los pueblos de Murcia, Molina da más que pide. Una de sus virtudes es la discreción y no vanagloriarse. La gente de Molina no es chauvinista, pero el peso de Molina se nota cada vez más en la Región. Sin embargo, me apena que ello no se corresponda en la estructura de dominio de determinados órganos regionales. Igualmente me da cierta congoja ver que Molina no tiene una sección más amplia en la prensa regional. Sigue sorprendiéndome que no tenga el espacio estable que merece.

-¿Resulta políticamente incorrecto poner un pero a su pueblo cuando uno es pregonero?

-En mi pregón digo que Molina ha vivido de espaldas a su apellido, al río Segura. La zona de la estación debería recuperarse y es una asignatura pendiente. Además, las nuevas edificaciones no han ayudado. Ese sería uno de los peros.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 9/22/2009 and is filed under , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.