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Francisco López Soldevila trabaja en una de las obras.

Soldevila te lleva de la mano por un centro hospitalario tan especial, que en sí es como una inmensa caja acorazada situada en el Polígono Industrial de San Ginés en Alcantarilla. Ni una mota de polvo, orden y limpieza en todos y cada uno de los utensilios que utilizan, maquinaria sofisticada, temperatura ideal... Además, es una exquisitez escuchar al director, que con sumo esmero analiza previamente la etiqueta identificativa del paciente, y tras revisar su expediente pormenorizadamente descrito en el ordenador, así cómo cuántos especialistas le han revisado y el tratamiento al que le han sometido, informa de la fecha exacta para darle de alta. Obras artísticas de doscientos y trescientos años, o incluso de apenas medio siglo mantienen en silencio todo su tratamiento, te muestran sus zonas más dañadas o el resplandor. Soldevila es el primer restaurador de la Región, licenciado en Bellas Artes, especialista en grabado calcográfico, y acaba de cumplir un cuarto de siglo dedicado al oficio.

- Perdone, pero mucho control de cámaras, personal de seguridad, puertas cerradas a cal y canto,� ¿no le parece demasiado?

- Aquí nos llegan verdaderas joyas artísticas de toda la Región, muchas de ellas incluso con sus trajes de hace siglos, incluidos sus ajuares de diamantes y minerales nobles. No puede quedar nada al azar.

- Una vez traspasada la puerta de entrada y todo identificado, ¿qué hacen?

- El proceso de restauración tiene principalmente tres fases muy definidas, e incluso similares a las de un hospital: el análisis de la obra, el diagnóstico y el tratamiento a realizar.

- ¿Todo para un solo restaurador?

- En absoluto. La restauración es, ante todo, una labor de equipo, de investigación, basada en un proceso científico en el que intervienen historiadores, químicos, radiólogos, fotógrafos y el propio restaurador.

- Vamos, que la imagen o la obra que entra con trescientos años a sus espaldas puede salir como recién nacida�

- Tampoco se trata de eso. Ante todo hay que respetar lo que realizó el autor y lo que quiso transmitir en ese momento histórico en que concibió la obra. Se trata principalmente de volverlo a su estado original y que por el paso del tiempo o por agresiones involuntarias o por otras causas ha sufrido alteraciones o se ha deteriorado..

- Bueno, algunas obras la verdad que da pena verlas; ¿Añadirán ustedes algunos elementos para que pueda volver decorosamente a su lugar de origen?

- Depende de qué tipo de obra y del fin último al que vayan destinadas. El principio básico como ya le he dicho es el respeto al trabajo originario y cuando pintamos una zona que quedó totalmente destrozada o sin color alguno usamos una técnica y forma de trabajo que aún pareciéndosele al originario puede diferenciarse fácilmente; cuando es una imagen de culto o devoción su tratamiento es de forma especial supliendo elementos originarios, ¿se imagina usted rezándole a una Virgen que le falta un ojo?, o besándole los pies a un cristo con un color diferente al resto del cuerpo. En este caso se realiza un cromatismo idéntico a todo el cuerpo, a esto le llamamos restauración mimética.

Fisgoneado en La Verdad.

This entry was posted on 2/11/2009 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.